Von der Kissinger

Se le puso cara de Kissinger y a la primera de cambio soltó la pregunta fundamental: “¿Tiene Europa estómago para combatir?”. La respuesta no está clara, pero la presidenta de la Comisión Europea, la muy alemana Ursula von der Leyen, arrancó el discurso sobre el estado de la Unión con un duro alegato contra Vladímir Putin por el ataque a Polonia, que abre una nueva era de hostilidades más allá de la vecina Ucrania, en suelo de la UE. “Europa está en combate y vamos a defender hasta el último centímetro cuadrado de nuestro territorio”, ha dicho. Y sin embargo ese crescendo belicoso (“Estamos en plena batalla”, a lo Henry Kissinger) no es la verdadera novedad de su discurso: la sorpresa es que Von der Leyen se incorpora por fin –con más de un año de retraso— al creciente consenso europeo y occidental sobre Israel, liderado en el continente por países como España. La jefa del brazo ejecutivo de la UE llevaba meses templando gaitas, con una retórica más propia de una política de medio pelo del partido conservador alemán que de quien pretende ser la voz más poderosa de Europa en el mundo. Algo ha cambiado en la mañana del 10 de septiembre de 2025. “Gaza ha sacudido la conciencia del mundo”. “La hambruna no puede ser un arma de guerra”. “Esto tiene que acabar”. “Es inaceptable”. “Europa tiene que hacer más”. Esa inflexión en el tono se completa con una batería de propuestas, para quienes le criticaban por ser incapaz de pasar de las musas al teatro. Uno: Europa bloqueará todos los pagos a Israel. Dos: la UE liderará en octubre la creación de un grupo de donantes para reconstruir Gaza. Y tres: Von der Leyen anuncia la suspensión del acuerdo de asociación con Israel en relación con el comercio. Bruselas decía que eso era imposible, porque no hay consenso para ello entre los Estados miembros. Alemania y sus tabúes bloqueaban esa posibilidad. Von der Leyen y Kaja Kallas, la jefa de la diplomacia europea, se han parapetado durante meses detrás de ese imposible consenso para evitar dar el paso a pesar de las reiteradas peticiones de Borrell. Y de repente ese consenso ya no es imprescindible: “Soy consciente de la dificultad para articular mayorías. Pero tenemos que asumir nuestra responsabilidad. Europa tiene que actuar”, ha resumido la presidenta, que necesita imperiosamente recuperar la iniciativa.

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