Voluntariado corporativo, de la acción simbólica al impacto estratégico
En la última década, el voluntariado corporativo en México ha dejado de ser una actividad periférica o simbólica para consolidarse como una estrategia central en la cultura organizacional y la responsabilidad social de las empresas. Este cambio ha estado impulsado por la demanda creciente de propósito entre los colaboradores, la profesionalización del sector social y la formación de alianzas entre empresas, organizaciones de la sociedad civil y plataformas especializadas.
De acuerdo con Raquel Origel Puertas, directora de Voluntarios México, la evolución responde a un cambio de mentalidad dentro de las organizaciones. “Hoy, las empresas entienden que el voluntariado no es un gasto, sino una inversión que fortalece la cohesión interna, la reputación y, sobre todo, su capacidad para contribuir al desarrollo sostenible del país”, afirma.
Las causas que más movilizan a los equipos dentro de las empresas mexicanas están estrechamente vinculadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. La educación de calidad, la salud y bienestar, la reducción de la pobreza y el hambre, la acción por el clima y la inclusión de grupos vulnerables encabezan la lista de prioridades.
Violetta Farías, fundadora de Voluntarios México, explica que esta alineación permite a las compañías proyectar sus acciones más allá de la filantropía y conectarlas con metas globales. “Cuando una empresa participa en reforestaciones, campañas educativas o programas de inclusión, está contribuyendo a resolver desafíos planetarios y al mismo tiempo fortaleciendo sus equipos desde el sentido de propósito”, detalla.
Los datos respaldan esta tendencia. En México, el 76% de las empresas con programas formales de voluntariado reporta mejoras en el clima laboral, mientras que el 61% observa mayor motivación y productividad en sus equipos. A su vez, el 44% reconoce que estas actividades fortalecen el liderazgo interno, al desarrollar habilidades de empatía, comunicación y pensamiento crítico.
Para los colaboradores, los beneficios van desde el sentido de pertenencia hasta la satisfacción emocional. Según encuestas regionales, 88% de los trabajadores en América Latina se sienten más leales a una empresa que los involucra en causas sociales.
A pesar de los avances, los desafíos persisten. Uno de los más relevantes es alinear los intereses sociales de los colaboradores con la estrategia de sostenibilidad de la empresa. A ello se suma la necesidad de contar con estructuras sólidas para diseñar, medir y dar continuidad a los programas.
La digitalización ha transformado también la dinámica del voluntariado, abriendo la posibilidad de esquemas virtuales e híbridos que permiten llegar a más personas. No obstante, como advierte Origel, “el reto es mantener el componente humano y emocional en un entorno cada vez más tecnológico”.
De cara al futuro, se prevé mayor énfasis en el voluntariado de habilidades, los modelos colaborativos entre empresas y el uso de tecnología para escalar el impacto. La inclusión, la diversidad y la participación intergeneracional serán también factores determinantes.
Para aquellas empresas que buscan iniciar o fortalecer sus programas, Farías recomienda escuchar a los equipos, definir objetivos claros alineados a la estrategia de negocio y buscar aliados expertos que garanticen un impacto real. “El voluntariado corporativo debe asumirse como una apuesta de largo plazo, con indicadores claros y la convicción de que transforma comunidades, organizaciones y personas”, concluye.