Violencia contra adultos mayores: recomendaciones para no normalizarla ni tolerarla

Violencia contra adultos mayores: recomendaciones para no normalizarla ni tolerarla

En México, la violencia hacia personas adultas mayores ocurre con más frecuencia de lo que muchos quieren admitir. No siempre se trata de golpes o gritos: el maltrato puede tomar formas sutiles como ignorar sus necesidades, manipularlos económicamente o imponerles decisiones sin considerar su voluntad. Y lo más alarmante es que, en muchos hogares, este tipo de violencia se ha vuelto casi invisible, casi “normal”.

Según datos del Instituto Nacional de Geriatría, el 16.3% de las personas adultas mayores ha vivido algún tipo de maltrato dentro de su propia familia. 

El más común es el psicológico: desprecios, amenazas, invalidaciones constantes. 

Le siguen el abuso económico, la negligencia, la violencia física e incluso el abuso sexual. 

Las mujeres mayores enfrentan un panorama aún más difícil: casi una de cada cinco ha sido víctima de maltrato en el último año. Muchas de ellas arrastran una historia de violencia desde la infancia, pasando por la pareja, hasta llegar a la vejez.

¿Quién agrede a las personas mayores?

No son extraños, en muchos casos, los propios hijos e hijas quienes agreden, ya sea mediante manipulación emocional, abandono, apropiación de recursos o violencia directa. Otros familiares como parejas, nietos, sobrinos o hermanos también ejercen distintos tipos de maltrato. Incluso personas cercanas, como cuidadores o vecinos, pueden estar involucradas.

Lo más común es que esta violencia se perpetúe bajo la forma de negligencia, sobre todo cuando la persona mayor depende físicamente o emocionalmente de su entorno. 

El problema no solo es la falta de cuidados básicos, también es el desconocimiento de lo que una persona mayor realmente necesita. Se ignoran señales importantes como la incontinencia o el deterioro cognitivo, y la respuesta no es empatía, sino impaciencia, frustración o indiferencia.

La violencia no empieza en la vejez

Muchos casos de maltrato hacia personas mayores son el resultado de historias no resueltas dentro de la familia. Lo que comienza como violencia infantil o violencia de pareja muchas veces se convierte en la forma normalizada de relacionarse. En la vejez, las relaciones familiares continúan arrastrando estos conflictos no atendidos.

Por ejemplo, hay hombres que en el pasado fueron agresores o abandonaron a sus familias y ahora, ya mayores, sufren violencia por parte de los mismos familiares a quienes dañaron. O mujeres que fueron violentadas por su pareja y ahora son maltratadas por sus propios hijos. La violencia que no se atiende, se repite.

Lo que no se puede tolerar

La vejez no es excusa para el abandono, ni para tratar a las personas como si ya no importaran. No se puede permitir que el retiro laboral, la pérdida de autonomía o los cambios físicos se conviertan en motivo de discriminación o maltrato.

El 28 de agosto, México conmemora el Día Nacional de las Personas Mayores. Esta fecha no es solo una celebración, sino una oportunidad para mirar de frente una realidad que muchas veces se esconde. 

La violencia contra las personas mayores existe, daña y no debe aceptarse nunca.

¿Qué podemos hacer?

No minimices señales de maltrato. Si algo te incomoda, habla. Escucha. Observa.

Pregúntale a la persona mayor cómo se siente, qué necesita, cómo quiere vivir esta etapa.

No tomes decisiones por ella sin consultarla. La autonomía es clave.

Infórmate sobre los cuidados físicos, emocionales y sociales que requiere.

Rompe con la idea de que “así siempre ha sido”. La violencia no es tradición ni destino.

Si eres testigo o víctima de maltrato, pide ayuda. No te calles. Habla con alguien de confianza o acude a una institución de salud o protección.

Y tú, ¿cómo estás tratando a las personas mayores que te rodean?

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