Una de cada cuatro empresas familiares enfrenta riesgo de colapso
<![CDATA[
La mitad de las empresas familiares en México enfrenta riesgos que podrían comprometer su continuidad en el corto o mediano plazo. De ese grupo, 25% ya muestra señales concretas de encontrarse en una situación crítica, según los resultados del estudio realizado por el Centro de Investigación para Familias de Empresarios del IPADE en colaboración con BBVA. El análisis, que se basó en una muestra de 476 empresas familiares, revela que solo 4% se encuentra en un nivel óptimo de avance. En contraste, 46% tiene aspectos pendientes por resolver y 50% se ubica en una zona de riesgo por malas prácticas que debilitan la convivencia familiar y afectan la operación del negocio. Alfonso Bolio, profesor del IPADE y especialista en empresas familiares, explica que muchos de los desafíos no provienen del entorno económico, sino de la estructura interna.
“Una familia desunida o en constante pugna termina dañando a la empresa. No es raro ver cómo los conflictos no resueltos se acumulan durante años hasta explotar de forma incontrolada”, advierte. El 59% de las familias empresarias evita o pospone la resolución de diferencias. Cuando no se abordan los desacuerdos, las tensiones crecen y la toma de decisiones se complica. Aunque las ventas o la operación muestren buenos resultados, los conflictos internos debilitan la cohesión y dificultan avanzar con dirección compartida. La sucesión se ha convertido en una de las tareas más descuidadas. Solo 4% de las empresas tiene definida la transición en la dirección general. En contraste, 53% sigue sin establecer plazos, perfiles o criterios para el cambio de liderazgo, a pesar de que más de 30% de quienes están al frente ya superaron los 60 años. “Sabemos que en algún momento ya no vamos a estar. La sucesión debe prepararse con anticipación para que ni la familia ni la empresa queden vulnerables”, señala Bolio. Ricardo Aparicio, director del CIFEM-BBVA, añade que no es suficiente con nombrar un sucesor. “Se necesita formación, experiencia y legitimidad. No se puede asumir que el hijo o hija del fundador será automáticamente la mejor opción para dirigir”, comenta. El estudio también identifica que 56% de las empresas familiares mezcla funciones de propiedad y operación. Muchas decisiones terminan en manos de personas que no siempre tienen la preparación necesaria, solo por su vínculo familiar. Además, 58% no cuenta con políticas para incorporar, evaluar o retirar a integrantes de la familia que trabajan dentro del negocio. En cuanto al manejo financiero, 32% de las familias empresarias necesita revisar con urgencia cómo utilizan los activos y flujos económicos. A pesar de que 78% reportó crecimiento en ventas y 74% en patrimonio durante los últimos tres años, solo 28% incrementó la distribución de dividendos. La ausencia de reglas para manejar estos recursos puede generar tensiones entre los socios. La institucionalización es otra tarea pendiente. Apenas 5% de las empresas familiares afirma contar con órganos de gobierno formalizados y funcionales. Los especialistas aseguran que esto limita la capacidad para planear a largo plazo, tomar decisiones colegiadas o manejar situaciones complejas con criterios profesionales. Menos de 10% de las empresas familiares mexicanas llega a la tercera generación, una cifra menor al promedio global, que ronda el 11%. Para Bolio, esta estadística no debe leerse con fatalismo, sino con sentido de urgencia. La continuidad es posible cuando hay preparación, comunicación y estructuras que dan soporte al proyecto. “La empresa es como el cuerpo y la familia es el corazón. Si el corazón no late bien, el cuerpo se enferma. Por eso hay que cuidar de ambos”, dice Bolio.
]]>