Un nuevo mindset para un mundo que cambió para siempre
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Ya no tiene sentido hablar de “próximas tendencias” ni de evoluciones graduales: nuestro entorno ha atravesado un punto de inflexión tan acelerado que reclama un nuevo mindset. Las crisis geopolíticas desdibujan fronteras tradicionales, la inteligencia artificial reformula qué y cómo comunicamos, y la urgencia climática redefine nuestro propósito. En este escenario, la vieja forma de pensar, segmentada, lenta y centrada en canales aislados, queda obsoleta. Las empresas y marcas necesitan un enfoque integral que nazca de la propia naturaleza de estos desafíos: reconstruir la influencia para dialogar con audiencias humanas y algorítmicas, reinventar la toma de decisiones convirtiendo datos desbordados en mapas de acción inmediata, y rehacer el engagement de modo que no sea solo captar atención, sino generar vínculos profundos y recordados.
Pensar la influencia ya no se limita a identificar a líderes humanos o en medir impactos de campaña. Hoy hay que diseñar nuestra narrativa digital y corporativa pensando en las personas y en cómo la IA procesa y repite nuestras palabras, asegurando que la voz de la marca fluya sin distorsión por los grandes modelos de lenguaje. Al mismo tiempo, debemos anticiparnos a las regulaciones y participar activamente en la definición de políticas, no solo adaptarnos a ellas, para construir influencia real en los centros de poder. Y, sobre esa base, forjar narrativas adaptativas que vayan más allá de mensajes fijos, enlazando decisiones, contexto y propósito en historias que evolucionen conforme cambian los hechos. La toma de decisiones, por su parte, ha de trascender el acopio de datos frenético para transformarlos en mapas de acción claros. Es hora de abandonar el mindset de almacenar cifras y pasar al de visualizar destinos: integrar fuentes en ecosistemas inteligentes, definir indicadores estratégicos y presentar insights que puedan movilizar respuestas inmediatas. A ese ejercicio se suma la capa geopolítica: entender cómo cada sacudida internacional puede alterar cadenas de valor y talento y mover nuestras fichas con visión´glocal´. Todo esto bajo la lógica de que en un mundo de riesgos permanentes, debemos resistir y ser antifrágiles, aprovechando la incertidumbre para refinar procesos y reforzar nuestra reputación. Finalmente, en un escenario de sobresaturación de estímulos, el verdadero desafío, además de alcanzar más pantallas, es ganarse un lugar en la memoria de las personas. Hay que captar talento y convertirnos en la opción que inspira y genera preferencia a lo largo de todo el recorrido del empleado. Y en el mercado, basta ya con “estar ahí”: necesitamos diseñar auténticos “fame moments”, momentos estratégicos donde datos, creatividad y timing se fusionen para que nuestro mensaje perdure. Es en esa mezcla de inspiración y precisión táctica donde se forja el compromiso genuino con clientes, colaboradores y comunidades.
Adoptar este nuevo mindset no es un proyecto opcional: es la condición para seguir siendo relevantes. Quien interiorice esta mirada, capaz de pensar en IA y personas, de convertir datos en decisiones ágiles y de crear experiencias memorables, tendrá la fuerza para transformar la disrupción en oportunidad. El resto quedará rezagado, anclado en paradigmas que ya no funcionan. La pregunta es sencilla: ¿reinventamos nuestra mentalidad antes de que la realidad lo haga por nosotros o seguiremos siendo espectadores de un mundo que avanza sin esperarnos? ____ Nota del editor: David González Natal es Socio y Director General para LATAM Norte de LLYC. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
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