Tras una puerta azul, el poder transformador de la educación
Hay lugares que, a simple vista, parecen comunes. Una puerta azul en una calle cualquiera, por ejemplo, puede pasar desapercibida para quien camina con prisa. Pero detrás de esa puerta, en el barrio de San Jerónimo Lídice, en la Ciudad de México, sucede algo extraordinario: cada mañana, 339 niños cruzan el umbral hacia un futuro diferente. No solo para ellos, sino para sus familias.
La escuela A Favor del Niño (AFN) acaba de recibir el World’s Best School Prize, considerado el “Oscar” de la educación en la categoría de Colaboración Comunitaria. No es una escuela de élite ni un proyecto de laboratorio social; es un ejemplo vivo de cómo la educación, cuando se concibe con propósito, puede romper el ciclo de pobreza y abrir oportunidades reales.
Vi este caso en un artículo de BBC News Mundo, donde se relata cómo la directora de AFN, Daniela Jiménez Moyao, y su equipo docente han construido un modelo educativo que va mucho más allá de la enseñanza académica. “No solo cambia la vida del niño, cambia la vida de la familia”. Y esa frase resume el espíritu del proyecto: una escuela que cuida, nutre y acompaña.
A Favor del Niño ofrece desayuno, comida, atención médica, acompañamiento emocional y sentido de pertenencia, pero, más importante aún, es que al tener un horario extendido permite a los padres insertarse en la fuerza laboral formal y mejorar su ingreso. En otros artículos hemos mostrado la gran relevancia de las escuelas de tiempo completo y de los desayunos escolares como política pública, porque un niño bien alimentado aprende mejor, participa más y desarrolla plenamente su potencial. Asimismo, este esquema ofrece a las familias la tranquilidad del cuidado integral de los niños. Esta escuela lo entiende: educar empieza por garantizar que cada niño tenga energía, salud y bienestar.
Además, su modelo reconoce que la educación no es solo tarea del maestro, sino una responsabilidad compartida. A través del programa “Padres en Acción”, las familias participan activamente en el proceso educativo, comparten experiencias y construyen comunidad. Hemos insistido antes en que involucrar a los padres de familia es clave para el éxito educativo, y AFN lo confirma: cuando los hogares se convierten en aliados, los resultados se multiplican.
Y, por supuesto, nada de esto sería posible sin los maestros. En esta y muchas otras experiencias que hemos revisado, se confirma que los docentes son el verdadero centro de la educación. No hay reforma, programa o infraestructura que funcione sin el compromiso, la vocación y la sensibilidad de los profesores.
Los resultados hablan por sí solos: el 100% de los alumnos que egresan logran ingresar a escuelas secundarias de alto rendimiento y mantienen promedios superiores a ocho en todos los grados. Pero, más allá de los números, lo que esta escuela ha construido es una red de esperanza donde niños, familias, maestros y comunidad se acompañan mutuamente.
Quizá esa puerta azul en San Jerónimo Lídice simboliza lo que México necesita: abrir paso a una educación que no solo enseñe, sino que abrace; que no solo prepare para el trabajo, sino para la vida; y que reconozca que detrás de cada alumno hay una familia, un maestro y una comunidad dispuestos a cambiar la historia.
Por eso vale la pena que autoridades, empresarios y organizaciones sociales miren hacia modelos como este y se atrevan a replicarlos. Nosotros ya lo estamos haciendo en los Planteles Azteca, donde cada día demostramos que un maestro capacitado, motivado y un padre involucrado pueden cambiar el rumbo de una vida. No se trata de grandes discursos, sino de pequeñas acciones con gran impacto. Así, detrás de cada puerta azul o de cada aula comprometida, podríamos estar construyendo el país que todos soñamos.