Tras sismos en Montemorelos, investigadores de la UANL analizan si hay una falla geológica
El sismo de magnitud 4.5 en la escala de Richter, registrado el pasado 11 de mayo con epicentro a 18 kilómetros de Montemorelos, generó alarma en más de la mitad de los municipios de Nuevo León debido a la repentina liberación de energía. Ante este evento, sismólogos de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), están estudiando si es posible que se trate de una falla geológica activa, que podría provocar temblores de mayor magnitud en el futuro.
Juan Carlos Montalvo Arrieta, investigador de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UANL, explicó a El Economista que mientras la Ciudad de México cuenta con alrededor de 200 estaciones de monitoreo sísmico en tiempo real, en la zona metropolitana de Monterrey hay sólo seis, de las cuales dos -ubicadas en la mencionada Facultad, en el municipio de Linares y otra en Mederos, al sur de Monterrey- funcionan en tiempo real.
“Si nos situamos en los temblores ocurridos el domingo 11 de mayo y las réplicas ocurridas, con epicentro a 18 kilómetros de Montemorelos, la distancia de ese municipio con la ciudad de Monterrey es de casi 100 kilómetros”.
Explicó que el temblor de 4.5 grados se sintió en amplios sectores del área metropolitana, con vibraciones que se pudieran pensar como “anómalas”, porque generaron amplificaciones y sacudidas.
Sin embargo, del otro lado de la Sierra está la falla de Santo Domingo, una estructura geológica en el municipio de Galeana, al sur de estado, la cual podría provocar sismos de mayor magnitud, tanto en el área metropolitana de Monterrey como en Saltillo, Coahuila.
Esta falla se identificó tras una serie de sismos ocurridos en 2023.
¿La falla de Santo Domingo está activa?
Montalvo Arrieta explicó que dirigió una tesis de posgrado sobre la falla geológica de Santo Domingo, cuyos resultados fueron publicados en una revista científica internacional. Dicha estructura está segmentada en cinco tramos, el mayor de ellos con 11 kilómetros de longitud.
“Si un segmento (de esta falla) se activara, podría generar un sismo de magnitud 5 grados; pero si los cinco segmentos se rompieran de forma simultánea, el evento podría alcanzar una magnitud de hasta 7 grados en la escala de Richter“, alertó.
Esta estructura se encuentra a 100 kilómetros del área metropolitana de Monterrey y a unos 70-80 kilómetros de Saltillo, distancias comparables con las del epicentro del sismo de 19 de septiembre de 2017, entre Morelos y Puebla, que causó severos daños en Ciudad de México pese a estar a más de 130 kilómetros de distancia.
Este hallazgo ha despertado el interés de la comunidad científica, que ahora busca determinar si la falla de Santo Domingo está activa. Para ello, se analizan indicadores geológicos, topográficos y geofísicos, además de recurrir a estudios de paleosismología que permiten reconstruir la historia sísmica de la región a partir de huellas en el terreno.
Uno de los antecedentes más relevantes, citó, fue el terremoto de 1841 en Punta Santa Elena, cerca de los límites entre Nuevo León, Coahuila y Zacatecas. Investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM hallaron referencias históricas al evento, que se ubicó cerca de una falla ya cartografiada, lo que refuerza la hipótesis de actividad sísmica vinculada a estructuras en la zona noreste.
En contexto, aunque Nuevo León está lejos de los límites de placas tectónicas como la de Cocos o la falla de San Andrés —responsables de los terremotos más destructivos del país como los de 1985 o 2017—, estudios recientes han identificado fallas geológicas en el noreste de México, incluyendo una en el sur de Nuevo León que podría representar un riesgo mayor al previsto.