Toyota resiste la tormenta arancelaria con una sola carta: su pickup Tacoma

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Cuando Toyota decidió convertir a la pickup Tacoma en el eje de su manufactura en México, pocos imaginaron que años después esa apuesta lo mantendría a flote en medio de una tormenta comercial en Norteamérica. Hoy, mientras otras armadoras recortan líneas de producción, reconfiguran su estrategia regional o simplemente se repliegan ante las nuevas reglas arancelarias impuestas por Estados Unidos, la firma japonesa se sostiene sobre una sola carta: la Tacoma. Las plantas de Tijuana y Apaseo el Grande ensamblan exclusivamente este modelo. En lo que va del año, la producción alcanzó 133,174 unidades entre enero y mayo, un crecimiento de 63.4% frente al mismo periodo de 2024. Las exportaciones también subieron 72%, impulsadas por un repunte en el mercado estadounidense. Según datos de Toyota, el 90% de las exportaciones del modelo de manufactura mexicana tienen como destino Norteamérica. En Estados Unidos, la Tacoma mantiene el liderazgo como la pickup mediana más vendida, donde también participan los modelos Ford Ranger y Chevrolet Colorado. Las ventas de Tacoma crecieron 177.5% en el primer trimestre del año y otro 48.4% en el segundo, según datos del fabricante japonés.

Un cambio de planes “El mayor impacto es para EU”

La decisión de producir la Tacoma en México se tomó en 2017, en un contexto que recuerda al actual: con Donald Trump iniciando su primer mandato y amenazando con imponer aranceles a los productos hechos en México. En ese momento, Toyota cambió sus planes originales: el Corolla, que sería ensamblado en la nueva planta de Guanajuato, se trasladaría a una fábrica en Alabama, mientras que la producción de la pickup Tacoma —hasta entonces dividida entre San Antonio, Texas, y Tijuana, Baja California— se concentraría en territorio mexicano. En su momento, el movimiento fue visto con escepticismo, pero hoy juega a favor de la marca. Años más tarde, Toyota cerró la línea de Tacoma en San Antonio y trasladó toda la producción, incluida su versión híbrida, a México. Pero no ha sido una victoria sin costos. Desde este año, las exportaciones mexicanas enfrentan tres nuevas medidas arancelarias impuestas por Washington: una para vehículos que no cumplen con el T-MEC, otra sobre contenido no estadounidense, y una más por el uso de acero y aluminio foráneo. Aunque la Tacoma cumple con el contenido regional exigido por el tratado —y por tanto está exenta del primer gravamen—, las otras dos cargas son inevitables. “Hasta ahora no ha habido una afectación ni en la producción, ni en el número de vehículos producidos hasta el momento, ni tampoco en las exportaciones que se han realizado”, asegura Marisol Blanco, directora de Comunicación de Toyota en México. Pero aclara que el reto hoy no es solo pagar, sino entender cómo se paga: “Hace falta todavía ciertos temas técnicos para llegar al punto de saber cuáles componentes provienen de Estados Unidos, cuáles exclusivamente de México y cuáles de Canadá”. La distinción no es trivial. Antes, bastaba con alcanzar un porcentaje mínimo de contenido regional. Ahora, las reglas técnicas requieren identificar el origen específico de cada pieza, un proceso que aún no está del todo definido. “Lo que hoy complica a nivel técnico ciertas cosas es que no está claro de los cientos de piezas que tiene un vehículo cuáles son de qué país”, dice Blanco. El motor de la Tacoma, por ejemplo, es 100% estadounidense, por lo que queda exento del cobro. Pero muchas otras partes no pueden acreditarse con certeza y, en esos casos, el arancel se aplica sin excepción. Toyota, como otras armadoras, está pagando por piezas cuyo origen aún no se puede comprobar a detalle dentro del nuevo esquema. “Es un tema muy dinámico el de los aranceles. Lo estamos monitoreando día con día”, dice la vocera. En paralelo, trabajan en coordinación con autoridades y asociaciones para ajustar sus sistemas de trazabilidad y cumplir con los criterios técnicos que permitan reducir la carga fiscal. Mientras tanto, el flujo operativo no se detiene. Guillermo Díaz, presidente de Toyota Motor Sales en México, señala que el impacto real de los aranceles se está viendo en Estados Unidos, no en México. “Los productos poco a poco se van a empezar a vender más caros allá, y el que va a pagar es el consumidor estadounidense”, advierte. En México, en cambio, el tipo de cambio, las tasas estables y la ausencia de tarifas retaliatorias han permitido sostener márgenes sin trasladar sobrecostos al mercado. “La verdad es que nuestra operación está muy estable en México. Estados Unidos es otra historia. Allá Toyota Norteamérica tiene retos, como también los tienen Honda, Subaru y todas las japonesas. Las están manejando y negociando a su ritmo”, asegura Díaz. La posición de Toyota no es infalible. Concentrar toda su producción en un solo modelo puede representar un riesgo si las condiciones cambian drásticamente. Pero por ahora, la Tacoma le ha dado a la marca un nivel de control que pocos otros fabricantes tienen en el país. General Motors, por ejemplo, anunció que trasladará la producción de los modelos Blazer y Equinox a Estados Unidos para evitar los nuevos aranceles. Toyota, por su parte, no prevé aumentar producción ni modificar su estrategia. “Nos mantendremos en el nivel de producción de 2024”, dice Blanco. La empresa no quiere sobreexponerse, pese al buen momento del modelo. Prefiere sostener la operación, consolidar resultados y actuar con la cautela que la ha caracterizado.

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