Todo apunta a un dólar débil
Durante mucho tiempo, décadas, la noción del dólar como una moneda fuerte ha estado ligada a casi cualquier condición económica. Posiblemente tal estructura este cambiando en este año ante las políticas que pretende aplicar el gobierno del presidente Trump.
No sabemos si es parte de la ecuación de reorientar el comercio exterior a favor de los productores americanos, tal vez nunca se reconozca, pero lo que vemos hoy en día apunta a un dólar débil hacia adelante.
En años pasados la fortaleza del dólar ha estado relacionada con el devenir de la economía norteamericana relativa al resto del mundo. Si la economía de Estados Unidos crece más que el resto del mundo el dólar tiende a fortalecerse contra el resto de las monedas, muy lógico.
Pero cuando a Estados Unidos le va mal, el dólar vuelve a verse beneficiado por flujos que buscan protección, seguramente por la alta dependencia de otras economías para con la norteamericana que tendría una situación más mala.
Solo en contadas ocasiones cuando la economía americana crece, pero el resto de mundo lo hace a mayor velocidad el dólar ha tendido a depreciarse.
Sin embargo, en el nuevo contexto creado por la administración del presidente Trump, no sólo con el tema de imposición de tarifas, pero sobre todo por la política fiscal que ahora se discute, la situación esta vez será diferente.
La dirección de las cosas apunta a un dólar débil, algo que vemos hoy día reflejado en las cotizaciones.
Por un lado, hay una postura fiscal expansiva, con menores impuestos y mayor gasto cuyo financiamiento implica una demanda de mayores réditos por parte de los inversionistas y posiblemente un debilitamiento del dólar.
Si en algún momento los inversionistas globales pudieran estar dudando en seguir financiado el elevado déficit americano debería ser este.
Si por otro lado hubiese la pretensión de reducir el déficit fiscal con velocidad, ello implicaría posiblemente llevar a la economía un estado de debilidad tal que la Reserva Federal (Fed) se vería obligada a reducir las tasas de interés y la consecuencia también sería un dólar débil.
La narrativa en esta semana se centra en la propuesta fiscal que se discute en el senado y en especial la clausula 899 que le otorgaría poder al secretario del Tesoro para imponer impuestos a las inversiones realizadas por extranjeros de aquellos países que apliquen tarifas injustas a compañías de Estados Unidos.
Las alarmas se encienden en el mercado de bonos en donde la presión sobre las tasas persiste, aunque no ha causado un impacto relevante aun en las bolsas. Pero el dólar se devalúa contra monedas de países desarrollados y contra mercados emergentes registra sus niveles mínimos de los últimos 9 meses.
No sabemos si se trataría de una nueva arma de negociación, pero en caso de aprobarse representa una disposición legal más sólida que las mismas tarifas arancelarias.
Al final, la medida tenderá a debilitar al dólar al encarecer la tenencia de activos americanos y representaría la demanda de un mayor premio por invertir en los mismos, sobre todo si la lista de merecedores de tal impuesto podría ser revisada cada tres meses.
Hasta el momento deberíamos asumir que el dólar tiene sustento porque la demanda por bonos del Tesoro continúa siendo en grandes volúmenes.
Pero el momento es delicado de acuerdo con lo que se discute en el Congreso. El gobierno pretende aprobar un presupuesto que estimule la economía pero que al mismo tiempo no altere los niveles de las tasas de interés y provoque un incremento que dificultaría el manejo fiscal en el futuro.
Hasta el 4 de julio al menos estaremos a la espera de la aprobación del “Big and Bautifull Bill”.
En ese periodo tal vez el tema de las tarifas por el momento pase a un segundo orden y se podría afianzar el movimiento de debilidad del dólar que observamos hasta ahora.
*Rodolfo Campuzano Meza es director general de INVEX Operadora de Fondos de Inversión.