Tenemos que hablar del elefante en la sala de juntas
Hay un tema que flota en cada sala de juntas, en cada reunión de estrategia y en cada pasillo corporativo, aunque casi nunca se menciona en voz alta: la salud mental. Lo sentimos en el ritmo acelerado, en los silencios incómodos, en las miradas cansadas después de jornadas interminables. Está ahí, como un elefante que todos ven, pero del que nadie quiere hablar.
Durante años, el éxito profesional se midió en largas horas frente a la computadora, en resultados que parecían no tener fin y en líderes capaces de mantenerse siempre firmes, sin mostrar señales de desgaste pero la verdad es que detrás de cada ascenso, de cada meta alcanzada, muchas veces se esconde ansiedad, insomnio, depresión o un cansancio emocional que no se resuelve con vacaciones y lo más preocupante es que normalizamos esa narrativa. Como si fuera parte del costo de “ser exitoso”.
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El problema no es solo individual; es colectivo. Organizaciones enteras siguen funcionando bajo la premisa de que hablar de salud mental es un signo de debilidad o un lujo que no se pueden permitir, pero ignorarlo tiene un precio altísimo: equipos menos productivos, decisiones erráticas, rotación constante de talento y, sobre todo, personas quebradas en silencio.
Necesitamos replantear qué significa realmente liderar porque un líder que se atreve a reconocer el valor del bienestar emocional en su equipo no es blando ni ingenuo, es alguien que entiende que el éxito sostenible no se logra a costa de la gente, sino a través de ella. Incorporar conversaciones sobre ansiedad, burnout o equilibrio de vida en la cultura corporativa no debilita la competitividad, al contrario, la fortalece, logrando que un colaborador escuchado, respetado y cuidado, sea también alguien más creativo, leal y comprometido.
La resistencia existe y seguirá presente por varios años porque ser vulnerable y hablar de emociones en la oficina incomoda. Nos han enseñado que el trabajo y lo personal deben mantenerse en compartimentos separados, sin embargo, quienes vivimos la experiencia de liderar sabemos que esa división es una ilusión: las personas entran a la oficina con todo su bagaje, con sus preocupaciones familiares, con su salud, con su vida interior y pretender que pueden dejarlo en la puerta es pedirles que dejen de ser humanos. Si lo sabré yo que soy hija de una mujer maravillosa pero que fue desafortunadamente diagnosticada como bipolar de forma muy tardía, lo que me implicó crecer en una familia disfuncional, con todas las implicaciones que eso tuvo en mi infancia y adolescencia.
El futuro de las organizaciones no está en ocultar el elefante, sino en invitarlo a la mesa. Normalizar el cuidado de la salud mental no significa perder el foco en los resultados, sino asegurarnos de que los resultados no devoren a quienes los hacen posibles.
Hablar de ansiedad, depresión o agotamiento en contextos corporativos no nos hace más débiles, nos hace más valientes, nos recuerda que la perfección no es el estándar, que el éxito no debería cobrarnos la paz y que un liderazgo auténtico es aquel que sabe escuchar, acompañar y poner límites sanos.
El verdadero reto no es llenar reportes impecables ni alcanzar metas cada vez más altas sino atrevernos a decir en voz alta lo que todos sentimos en silencio: que sin salud mental, no hay éxito posible.
* Fernanda Guarro es una líder empresarial reconocida por su resiliencia, visión estratégica y pasión por la innovación, con una trayectoria destacada en compañías globales. Actualmente es Directora General de 3M México, Consejera Independiente y Vicepresidenta en organismos empresariales clave. En 2025 debutó como autora con “El arte de hacer que suceda”, obra en la que comparte su historia de liderazgo con propósito y vulnerabilidad.
