T-MEC cumple cinco años entre tensiones y dudas sobre su futuro

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El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá ( T-MEC ) llegó a su quinto aniversario con una desconfianza creciente que amenaza su continuidad . Nació como trofeo político de Donald Trump, quien lo presentó como una victoria frente al “peor acuerdo comercial de la historia”, el TLCAN. Pero esa bandera ondea entre aranceles y presiones políticas . En 2024, el comercio entre los tres países superó los 1.6 billones de dólares, según cifras oficiales, un salto de 33% frente a los 1.2 billones registrados en 2019. El dato refleja los beneficios del acuerdo, pero no despeja la nube que lo cubre. En lugar de afianzar la integración, la región navega entre reclamos , sanciones y advertencias .

México lucha por su ventaja

México ocupa el centro de la tormenta. Washington observa con desconfianza el sistema financiero mexicano. Autoridades estadounidenses detectaron flujos ilícitos en bancos locales, con presuntos nexos con el narcotráfico. La fiscal general Pam Bondi colocó al país en la lista de “enemigos de la nación”, categoría que permite suspender acuerdos o imponer restricciones. Las tensiones con Canadá tampoco descansan. Trump acumula choques con Ottawa por el impuesto a los servicios digitales, la política agrícola y la importación de autos eléctricos. Apenas hace unos días interrumpió negociaciones comerciales y prometió “aranceles ejemplares” en menos de siete días. Sin embargo, Canadá cedió: dio marcha atrás al impuesto digital y suspendió su entrada en vigor prevista para el 30 de junio, con el objetivo de retomar conversaciones y cerrar un acuerdo antes del 21 de julio. El entorno económico acompaña el deterioro. Según Banxico, la oleada arancelaria daña la confianza de los mercados y deprime las exportaciones. La industria mexicana desacelera. El empleo se enfría. Y el tipo de cambio refleja la inquietud. Trump ya impuso aranceles de 25% para productos fuera del T-MEC, 50% para acero y aluminio, y 15% para autos. El mensaje queda claro: quien no se alinee al tratado pagará caro. La presión surte efecto. También ya abrió la puerta a una ruptura. En diversas ocasiones el republicano ha insinuado que el T-MEC ya no responde al interés nacional de Estados Unidos. Asegura que el tratado favorece más a México y Canadá. “El T-MEC fue muy eficaz y sigue siéndolo, pero las partes deben cumplirlo. No lo han hecho. Tenemos una negociación durante el próximo año para ajustarlo o rescindirlo”, fueron las palabras de Trump en mayo. Desde la Secretaría de Economía, el mensaje se alinea con esa lógica. Ya no existe el comercio sin aranceles. Ni la cláusula de “nación más favorecida” garantiza trato justo. Para competir, México debe ofrecer ventajas concretas como la cercanía geográfica, cumplimiento normativo y exportaciones más baratas que las de China, India o Europa. En 2024, Estados Unidos importó desde México 248,712 millones de dólares bajo reglas del T-MEC. Esto representó la mitad del total. Para este año tanto México como Canadá aceleran para que el porcentaje fuera del acuerdo sea el menor. Banxico indica que la política arancelaria de Estados Unidos renueva los incentivos para que México aproveche el tratado. Más empresas buscan certificarse. Más industrias sustituyen insumos foráneos por piezas norteamericanas. La velocidad del ajuste dependerá de la capacidad de las compañías para absorber costos y de la duración de esta política. Fitch Ratings actualizó sus estimaciones sobre la tasa efectiva de aranceles (ETR) que enfrentan México y Canadá. Ambos países lograron una reducción notable tras documentar con mayor rigor su cumplimiento del tratado. La ETR de México cayó de 12.1% a 9.5%, y la de Canadá bajó de 10.9% a 7.5%. Si se reconoce formalmente a más productos como compatibles con el T-MEC, las tasas podrían descender a 8.9% y 6%, respectivamente. Sin embargo, nuevos aranceles al acero y al aluminio ya elevan los promedios. Fitch calcula un aumento de 0.6 puntos para México y 1.5 puntos para Canadá. La amenaza se vuelve constante, incluso para productos antes exentos. Scotiabank no duda en advertir sobre el costo de desarmar la integración norteamericana. El bloque trilateral genera más de 17 millones de empleos. Comparte cadenas de valor que compiten frente a Asia. Y eleva la productividad de toda la región. Romper ese ecosistema encarece bienes, dispara la inflación y ahuyenta inversiones. El informe lo resume así: no existe un mejor futuro fuera del T-MEC. Pese a la incertidumbre de su arranque, el T-MEC impulsó las exportaciones entre los tres países. La tasa de crecimiento anual promedio subió de 4.8% a 5.8% tras su entrada en vigor. El comercio T-MEC representa 27% del PIB mexicano, 24% del canadiense y 3% del estadounidense. Aunque las proporciones se han mantenido estables, el valor absoluto no deja de crecer, indica la institución financiera. La consultora Prodensa, en un análisis realizado por Mónica Lugo, exnegociadora del T-MEC, describe posibles escenarios para la revisión del tratado. Las reglas de origen en el sector automotriz, la política energética mexicana, los cultivos genéticamente modificados y las disposiciones laborales concentran los focos rojos. Estados Unidos objeta las reformas constitucionales en materia energética. Cuestiona inversiones chinas en plantas automotrices mexicanas. Y mantiene abiertos varios casos bajo el Mecanismo de Respuesta Laboral Rápida. Un escenario plausible, según Prodensa, contempla la ausencia de acuerdos y revisiones anuales indefinidas. Esto provocará incertidumbre prolongada, caída de inversión extranjera y fragmentación del bloque. México busca evitar ese desenlace. Desde octubre iniciarán las conversaciones para una revisión programada en 2026. Pero nada garantiza su éxito. Ni siquiera su realización. Todo depende del clima político en Washington. Y en esa atmósfera, el T-MEC camina con paso incierto.

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