Sudán del Sur también sufre la guerra de su vecino del norte
La ciudad de Renk, en el extremo norte del Gran Alto Nilo, en Sudán del Sur, está situada en una de las regiones más pobres del planeta. En su mercado, sin embargo, tres naranjas cuestan 1,50 euros, un kilo de plátanos, 5,5 euros, y un pack de seis cervezas, 20 euros. Encontrar una bebida fría es casi imposible desde que, a inicios del pasado enero, la ciudad quedara prácticamente a oscuras. Renk depende del suministro eléctrico de la vecina Sudán, atrapada en una cruenta guerra desde hace dos años. A inicios de diciembre, el ejército sudanés liderado por Abdelfatá al Burhan intensificó los combates contra las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en el sur del país, junto a la frontera, provocando el desplazamiento de al menos 110.000 personas en menos de un mes. La huida de la guerra del norte ha transformado Renk en ciudad refugio y puerta de entrada de más de un millón de ciudadanos desde el inicio del conflicto, según la Organización Mundial de las Migraciones. Una crisis que altera la frágil estabilidad política del país más joven del mundo, independiente desde hace tan solo 14 años y que aún trata de cerrar las heridas de su propio conflicto civil (2013-2018).