Sistemas de pago
El Banco de México no ha sido un buen promocionador de sus propios logros. Un caso ilustrativo en la modernidad tiene que ver con el desarrollo y puesta en operación de sistemas de pago. Esos sistemas se clasifican en de alto y bajo valor, por el monto de las transacciones individuales que manejan. El fundamento histórico de los sistemas de pago tiene que ver con dos factores. Primero, la cuenta corriente que le lleva el Instituto Central a cada uno de los bancos comerciales en su calidad de banco de los bancos. Segundo, el antecedente importantísimo de la cámara de compensación de cheques que en nuestro país corresponde al acrónimo de Cecoban. Y por último, el factor proactivo o catalizador devenido de los avances tecnológicos.
En la nueva ley del Banco de México de 1994 quedó establecido que una de las funciones de la institución sería “propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pago”. Y al amparo de dicho mandato el año siguiente se adoptó una reforma con la finalidad de explicitar y minimizar los riesgos que surgieran en la operación de esos sistemas. Ya en 1996 se creó el primero de los sistemas de pago de alto valor operado por el Banco de México, antecedente del actual SPEI (Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios). De forma paralela, asimismo se estableció el SPID, para los pagos interbancarios en divisas.
Además de los referidos, actualmente existen en México otros dos sistemas de pago de alto valor. Uno de ellos, que aparece bajo el acrónimo de SIAC, opera las transacciones entre el Banco de México y los bancos comerciales y, por su conducto, se administra, en buena medida, la política monetaria. El acrónimo corresponde a Sistema de Atención a Cuentahabientes de Banco de México. El otro sistema lleva el acrónimo de DALÍ y es operado por el Indeval (Institución para el Depósito de Valores). Por su conducto se procesan la totalidad de las transacciones vinculadas a la Bolsa Mexicana de Valores. DALÍ corresponde a Sistema de Depósito, Administración y Liquidación de Valores. Pero además de los sistemas de pago de alto valor, en México funcionan exactamente cuatro de bajo valor: para la liquidación de cheques, transferencias de fondos, liquidación de tarjetas bancarias (crédito y débito) y domiciliaciones.
La tecnología digital continúa en su avance indetenible y, con ella, crecen y se exacerban los peligros de penetración de los sistemas de pago, tanto de alto valor como de bajo valor. Se ha desatado así una carrera secreta entre autoridades y grupos criminales para evitar la posibilidad de “hackeo”.