¡Siguen invictos!
En mi trayectoria como estudioso de la economía mexicana, nunca tuve especialización en el tema de supervisión bancaria. Sin embargo, desde la perspectiva del Banco Central en su calidad de prestamista de última instancia, requerí empaparme un poco en las materias de liquidez y solvencia bancaria. Con base en mi perspectiva de largo plazo, pude constatar la incapacidad del Estado mexicano para prevenir casos de quiebra bancaria. Históricamente, recuerdo los ejemplos del salvamento del Banco de Londres en 1934 y de la financiera Somex en 1963. Cuando estalló la crisis del Banco de Londres, la Comisión Nacional Bancaria (hoy CNBV) ya tenía un decenio de existir.
Al igual que en los casos históricos enunciados, la Sofipo CAME, que ha caído en insolvencia, no era un intermediario de escasa importancia. En el frente del apalancamiento, absorbía el 43% de las obligaciones totales en su ramo. Y en términos de clientela, contaba con poco más de 1.3 millones de ahorradores que le confiaron su capital. CAME no era un intermediario de poca relevancia y tampoco es cierto que la totalidad de sus ahorradores se encuentren cubiertos por el seguro para la protección de riesgos bancarios, Prosofipo, en el caso en cuestión. Se informa que cerca de 1% de los depositantes tienen derechos por arriba del mínimo asegurado de 212,000 pesos.
Pero aparte de la importancia relativa de CAME en su sector, lo que cabe principalmente destacar es el tiempo que llevaba incurriendo en prácticas irregulares. Al parecer, todo empezó con la estrategia de ofrecer a los ahorradores tasas por arriba de las observadas en el mercado. Y tiempo después, empezaron los maquillajes contables y el engaño a las autoridades. Sin embargo, según la declaró un testigo que optó por el anonimato, “la CNBV, aunque supervisaba (a la Sofipo, CAME), no hizo nada”. En realidad, la bomba no explotó por la intervención de las omisas autoridades correspondientes, sino por una obligación que venció en favor del fideicomiso FIRA, por la no despreciable cantidad de 800 millones de pesos.
En general, sorprende el candor y la ingenuidad de muchas entidades estatales para operar con intermediarios poco confiables como CAME. Con todo, lo que principalmente cabe denunciar es la ineficacia histórica comprobada de la CNBV para intervenir con una intención preventiva. Lo dijo con todas sus palabras Marco A. Mares en su columna del lunes. Por el tiempo en que se gestó la crisis en CAME, quedan “dudas respecto a la eficiencia para detectar a tiempo las irregularidades de los operadores y el deterioro de su nivel de capitalización”. ¡Siguen invictos!