Sheinbaum rompe la delgada línea roja

A veces, la ayuda viene de quien menos se espera y la presidenta Sheinbaum está recibiendo una ayuda inestimable de Ernesto Zedillo Ponce de León, presidente de México entre 1994 y el año 2000. Por supuesto, algunos dirán que la salida al escenario público del expresidente no le es conveniente a la mandataria, pero se equivocan. 

En una discusión de esta naturaleza hay por lo menos dos niveles: uno, en el que se mueven los opinadores de todo tipo, y, otro, en el de las ocho columnas y la información para los grandes contingentes sociales. En el primero, los señalamientos de Zedillo son ciertos en su mayoría, destacadamente el de la pérdida de la democracia y el desastre de la elección de ministros, magistrados y jueces, que no significará una aplicación de justicia más expedita y razonable, sino la creación de un Poder Judicial atado a intereses políticos y probablemente gansteriles. Más allá de si fue un buen o mal presidente o si tiene calidad moral para hacer estos cuestionamientos, tiene razón.

Pero en el otro nivel, la mandataria tiene una poderosa tribuna, todo un gobierno, tres partidos y la atención mediática centrada en sus señalamientos. Aquí prevalecerá la voz de Sheinbaum entre otras razones porque Zedillo no tiene partidos o medios que lo apoyen. Que difundan sus expresiones sí, pero no que le den la cobertura necesaria. Ni nexos ni Letras Libres poseen la penetración que otros canales, por ejemplo, Televisa, tienen. Adicionalmente, varios de los que están de acuerdo con el exmandatario no se suman abiertamente a su causa por diversas razones.

En estas semanas del fuerte intercambio de opiniones entre ambos personajes hay que destacar que Claudia Sheinbaum ha roto la “delgada línea roja. Esta frase, utilizada por el corresponsal de guerra William Howard Russell durante la guerra de Crimea (1853-1856) se refería a la defensa que hizo el 93º Regimiento de Highlanders, manteniendo una posición contra la caballería rusa en la batalla de Balaclava, el 25 de octubre de 1854. Una nota de guerra de Russel inspiraría a Alfred Tennyson para hacer el famoso poema La carga de la Brigada Ligera. La frase también le daría nombre a una novela (James Jones) y una excelente película (Terrence Malick) ya en el siglo XX.

La delgada línea roja es aquella que no se debe cruzar y que tanto AMLO como Sheinbaum han cruzado. López Obrador atacó y descalificó a la prensa, declaró una suerte de persecución mediática contra reporteros e intelectuales. A veces, esta persecución fue más allá, como cuando utilizó información confidencial contra Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva, que fueron acusados hasta de no pagar impuestos. En el caso del expresidente Calderón prácticamente lo hizo su enemigo personal.

Si esta delgada línea roja se cruza perdemos la posibilidad de ser democráticos y abrimos el camino a consolidar un gobierno autoritario. Ahora, Sheinbaum está haciendo lo mismo con Zedillo y ha llegado a extremos personales y amenazantes. No se trata de defender al expresidente, sino de señalar los métodos que utiliza la presidenta.

Luego de las críticas del expresidente sobre la elección al Poder Judicial, en una mañanera la señora de Palacio Nacional le endilgó el título de portavoz del PRIAN, se burló en el mejor estilo del Peje de que quisiera alzarse como el paladín de la democracia. Estos comentarios los aderezó con los lugares comunes acostumbrados: el pueblo de México está muy informado, todo lo malo ocurrió en el periodo neoliberal, etc.

Lo cierto es que el hecho de que Zedillo, el penúltimo presidente priista, llamara al gobierno autoritario y descalificara los comicios del próximo junio enardeció a los seguidores de la 4T, en especial a Sheinbaum.

La pauta del ataque lo marcó la representante de una publicación oficialista que acusó al exmandatario de tener vínculos con un supuesto Cártel de las Metanfetaminas. Presuntamente, tres expedientes revelan que Zedillo Ponce de León fue investigado durante su propio sexenio por supuestos nexos con el narco, delitos por los que no se ha juzgado al exmandatario.

Esto le sirvió a Sheinbaum para organizar un linchamiento en forma: información del FOBAPROA en las mañaneras, investigación de las masacres de Acteal y Aguas Blancas y dejar abierta la posibilidad de quitarle su pensión en BANXICO. En el linchamiento también está participando Pablo Gómez y la UIF.

Gracias a Zedillo la presidenta está logrando esquivar temas incómodos y también unir a sus fuerzas contra el enemigo común.

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