Seguridad y bienestar: cifras en disputa, deuda en aumento

Las estadísticas alivian el discurso, pero no el bolsillo ni la calle …

– Macraf

Si en salud e infraestructura el primer año de gobierno mostró avances parciales y promesas a medio cumplir, en seguridad y bienestar social el panorama es todavía más complejo. La administración presume que entre octubre de 2024 y julio de 2025 los homicidios diarios se redujeron en 25%, pasando de 86.9 a 64.9 víctimas. Pero evaluaciones independientes corrigen: la reducción real va de 16.7% a 21.8%. Dicho de otra forma: la violencia baja en las láminas de PowerPoint, pero en la calle siguen 57 a 65 homicidios diarios.

Los golpes a grupos criminales —29 mil detenidos, 200 toneladas de drogas incautadas, casi 15 mil armas decomisadas— conviven con una cifra incómoda: en 2025 fueron asesinados 199 policías, un 35% más que el año anterior. Si la seguridad se mide en confianza, hoy tenemos menos. Y si se mide en cuerpos, los números tampoco permiten festejo.

En paralelo, el gasto social se sostiene en 850 mil millones de pesos, equivalente al 2.3% del PIB, que según el gobierno beneficia a 32 millones de personas. Pero la deuda pública pasó de 10 a 20 billones de pesos en el mismo periodo. Endeudarse para regalar apoyos es una apuesta riesgosa: se celebra como política social lo que en realidad se parece más a política electoral.

Además, lo que se hace poco o nada se relaciona con el Plan Nacional de Desarrollo 2025–2030. El documento que debería ser la hoja de ruta del sexenio ni siquiera se conoce en detalle. Ni se ha explicado, ni se ha discutido, ni se ve reflejado en los proyectos. Lo que existe en la práctica es un gobierno que hace por hacer, sin articulación ni objetivo claro, salvo mantener aceitada la maquinaria clientelar.

Los programas sociales, al sostener casi el 20% del ingreso de los hogares, mantienen vivo el consumo, pero también profundizan la dependencia al Estado. Mientras tanto, la economía apenas crece al 1% anual. Hablar de “bienestar” bajo estas condiciones es como presumir que el barco sigue a flote cuando en realidad se está achicando agua con cubetas.

El gran riesgo de este enfoque es que si las palabras no se convierten en hechos, México perderá una oportunidad clave: convertir el gasto social en verdadero desarrollo económico, es decir, en mejorar la calidad de vida de las personas. Si no hay inversión, productividad ni estrategia, la llamada “transformación” se quedará en eso: una narrativa más.

De esta forma, seguimos viviendo entre cifras que brillan… y bolsillos que no alcanzan.

Este análisis se nutre de un trabajo de investigación realizado por mis alumnos de la materia de Impacto Social, a quienes reconozco su rigor académico y agradezco sus aportaciones críticas: Paola, Regina, Patricia, Javier, Emiliano, Aarón, Andrés, Carlos, Rodrigo, Bernardo y Diego.

*El autor es académico de la Escuela de Gobierno y Economía y de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana, consultor experto en temas económicos, financieros y de gobierno, director general y fundador del sitio El Comentario del Día y conductor titular del programa de análisis: Voces Universitarias.

Contacto y redes: https://eduardolopezchavez.mx/redes

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