¿Se vale que te despidan por tener un affair en la oficina? Caso Andy Byron
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La línea entre lo público y lo privado se desdibujó por completo cuando Andy Byron , CEO de la firma tecnológica Astronomer , apareció abrazando a la directora de Recursos Humanos en la Kiss Cam de un concierto de Coldplay, frente a más de 70,000 asistentes. La probabilidad de que alguien salga en la Kiss Cam en un sitio como el Gillette Stadium, donde fue el concierto de Coldplay, es de apenas 0.04%, es decir, una entre más de 2,000 personas considerando la capacidad del lugar y la duración del evento.
El problema concreto: conflicto de interés
En el caso de Andy Byron, el destino (y la cámara) no pudo ser más inoportuno. El video donde se evidenció la infidelidad por parte ambos ejecutivos se viralizó, la historia dio la vuelta al mundo y tres días después de lo ocurrido, Byron dejó el cargo . A primera vista, podría parecer solo un asunto personal. Pero cuando se trata del principal líder de una organización, y más aún, si está involucrado con alguien que le reporta directamente, las consecuencias trascienden lo íntimo y dan pie para que la empresa intervenga si su reputación está en juego. Saskia de Winter, especialista en liderazgo y cultura organizacional, señala que en esta era, donde la exposición es constante, incluso una situación fuera del horario laboral como esta puede tener consecuencias serias. “Un concierto, que se supone es un espacio de expresión artística, se convirtió en un espacio de escrutinio corporativo. La empresa busca mostrarse moralmente impecable, aunque sus colaboradores vivan situaciones desafortunadas”, comenta. En este caso, agrega, la percepción de impropiedad puede ser tan poderosa como un daño tangible. Desde el punto de vista legal, el tema también es complejo. Aunque en México, a diferencia de muchas corporaciones de Estados Unidos, la Ley Federal del Trabajo no prohíbe expresamente las relaciones sentimentales entre colaboradores , sí permite que las empresas integren esa restricción en sus reglamentos y políticas internas. Estefanía Rueda, abogada del despacho Littler, explica que una relación entre el CEO y una subordinada directa representa un conflicto de interés , y más si se trata de alguien de Recursos Humanos. “Ya no puedes ser objetivo. Cualquier decisión respecto a esa persona podría verse influida por la relación, positiva o negativamente. Esto nubla el juicio”, advierte. Para Rueda, el problema no fue la relación como tal, sino el desbalance de poder, el riesgo de decisiones sesgadas y, sobre todo, el escándalo público que puso a la empresa en el centro de una narrativa ajena a su negocio. Y aunque algunos podrían apelar a la privacidad, ella señala que las empresas, a través de su área de compliance , sí deben estar enteradas de las relaciones sentimentales entre empleados, para evitar conflictos de interés. Astronomer optó por actuar rápido. Primero suspendió a Byron y tres días después aceptó su renuncia. También Kristin Cabot, la directora de Recursos Humanos, dejó el cargo. Con ello, la compañía dejó claro que en su cultura organizacional los valores pesan más que los puestos. Saskia de Winter advierte que si no se maneja con cuidado este tipo de decisiones puede generar un clima de vigilancia dentro de la empresa. “La gente que se queda siente que su vida no es privada, y eso puede afectar la confianza. Todo depende de cómo se cuenta la historia , de si hay dignidad y escucha, o si todo se vuelve inquisición y castigo”, reflexiona.
Del escándalo al golpe de efecto Pero en un giro inesperado, Astronomer sí supo cómo contar esta historia. La tecnológica colaboró con la actriz Gwyneth Paltrow, exesposa de Chris Martin, líder de Coldplay, en un video satírico producido por la agencia Maximum Effort, de Ryan Reynolds. En la pieza, Paltrow responde con humor qué hace la empresa, sin aludir directamente al escándalo. La jugada no buscó nombrarla vocera formal, sino redirigir la atención hacia el negocio real de la empresa que es la automatización de datos. El video, lleno de ironía, fue leído por algunos como una jugada brillante de control reputacional; por otros, como una forma frívola de evadir la conversación sobre límites éticos en el liderazgo. Fuera del meme y la conversación del momento, la lección acorde con Saskia de Winter es que las organizaciones deben contar con protocolos para enfrentar este tipo de situaciones. “Debe haber comités, escenarios previstos,
respuestas diferenciadas para medios, equipos y stakeholders. Y, sobre todo, un plan de recuperación”, recomienda. Acá el punto no es si sancionar o no a un CEO por un affair , enfatiza, sino saber qué dice la respuesta de una empresa sobre su cultura, su liderazgo y su capacidad de actuar con humanidad, incluso cuando una cámara los enfoca por error.
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