Ronald Reagan no amaba tanto los aranceles como Trump, pero también los usó
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Donald Trump ama los aranceles . En varias ocasiones ha dicho que se trata de una de las palabras más hermosas del idioma inglés y ha basado su política comercial en la imposición de estos. El presidente de Estados Unidos tampoco oculta su admiración por Ronald Reagan , quien gobernó Estados Unidos entre 1980 y 1987. Trump afirmó el lunes incluso que Reagan apoyaba los aranceles.
“Se aprovecharon fraudulentamente de un anuncio que decía que a Ronald Reagan no le gustaban los aranceles, cuando en realidad los amaba por nuestro país y por su seguridad nacional”, publicó Trump. Varios de los asesores de Trump en su primera presidencia defendían el proteccionismo del magnate comparándola favorablemente con el de Reagan. “Sin embargo, tales afirmaciones enfatizan las discretas acciones anticomerciales de Reagan al tiempo que ignoran su contexto histórico, resultados poco efectivos y la inaplicabilidad a la economía global actual”, indicaba un artículo del Cato Institute en 2017. El expresidente, quien saltó a la fama primero como actor de cine, no era un gran fanático de la idea de usar los aranceles como arma contra otras economías, aunque no dudó en hacerlo en su momento.
Trump suspende conversaciones con Canadá. “Ante su comportamiento atroz, TODAS LAS NEGOCIACIONES COMERCIALES CON CANADÁ SE TERMINAN POR LA PRESENTE”, escribió Trump en Truth Social. El primer ministro de Ontario, Doug Ford, dijo esta semana que el anuncio de su provincia con mensajes contra los aranceles había llamado la atención de Trump. El anuncio mostraba a Reagan, republicano, criticando los aranceles sobre productos extranjeros mientras decía que causaban pérdidas de empleos y guerras comerciales.
“He oído que el presidente escuchó nuestro anuncio. Estoy seguro de que no estaba muy contento”, dijo Ford el martes. La Fundación Presidencial Ronald Reagan emitió un comunicado a última hora del jueves en el que afirmaba que el anuncio del gobierno de Ontario “utilizaba audio y vídeo selectivos” de Reagan y que la fundación estaba revisando sus opciones legales. “El anuncio tergiversa el discurso presidencial radiofónico (pronunciado por Reagan en 1988), y el Gobierno de Ontario no solicitó ni recibió permiso para utilizar y editar las declaraciones”, afirmó la fundación en su comunicado. De acuerdo con Trump, las autoridades canadienses buscan “influir en la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos y otros tribunales”, ante los cuales se cuestiona la legalidad de los decretos del presidente estadounidense que desencadenaron los aumentos arancelarios. Trump anunció el sábado que aumentará un 10% los aranceles a Canadá La repentina decisión de romper las conversaciones representa un golpe para el primer ministro Mark Carney, a quien Trump describió como un “líder de clase mundial” cuando se reunieron el 7 de octubre, y añadió que los canadienses estarían “muy felices” con la decisión que llegara a tomarse. El mandatario estadounidense no ofreció concesiones inmediatas sobre los aranceles, ya que Estados Unidos y Canadá continúan adhiriéndose a un acuerdo comercial norteamericano existente llamado T-MEC.
Pero los aranceles sectoriales globales de Trump, en particular sobre el acero, el aluminio y los automóviles, han golpeado duramente a Canadá, generando pérdidas de empleo y presión sobre las empresas.
Reagan y los aranceles En otro discurso, de noviembre de 1988, Reagan se refería a las elecciones canadienses celebradas esa semana, felicitaba al entonces primer ministro Brian Mulroney, miembro del Partido Conservador, por su elección. “Uno de los temas importantes en las elecciones canadienses fue el comercio. Y al igual que nuestros propios ciudadanos a principios de este mes, nuestros vecinos han enviado un fuerte mensaje, rechazando el proteccionismo y reafirmando que más comercio, no menos, es la ola del futuro” indicaba Reagan al principio de su mensaje. En el mismo mensaje, el presidente estadounidense decía: “Con demasiada frecuencia hablamos de comercio usando el vocabulario de la guerra. En la guerra, para que un bando gane, el otro debe perder. Pero el comercio no es una guerra. El comercio es una alianza económica que beneficia a ambos países. No hay perdedores, solo ganadores. Y el comercio contribuye a fortalecer el mundo libre”. En el discurso, Reagan también se refirió a la Ley Arancelaria Smoot-Hawley, en 1930, el momento en el que Estados Unidos impuso las tasas más altas de su historia a los productos importados. El expresidente la calificó como un “desastre”.
“Nos dijeron que protegería a Estados Unidos de la competencia extranjera y salvaría empleos en el país; el mismo argumento que escuchamos hoy. El resultado real fue la Gran Depresión, la peor catástrofe económica de nuestra historia; uno de cada cuatro estadounidenses perdió su trabajo. Sin embargo, un año antes, el presidente experimentó con la imposición de mayores tasas a las importaciones provenientes de un país asiático.
Aranceles a Japón Reagan impuso aranceles de 100% a una amplia variedad de productos importados desde Japón el 27 de marzo de 1987, cuando una primera oleada de importaciones del país del Sol Naciente sacudió los cimientos de la hasta ese momento invencible industria automotriz de Estados Unidos. Entonces, millones de clientes estadounidenses dejaban de comprar vehículos de las firmas de su país y elegían en su lugar modelos de marcas japonesas como Toyota y Honda. En ese momento, las firmas japonesas se especializaban en producir autos simples, pequeños y económicos, tan distintos a los enormes modelos, con un gran consumo de combustible, que fabricaba Estados Unidos. En 1980, al llegar Ronald Reagan al poder con un discurso nacionalista como el de Trump, los obreros industriales estadounidenses estaban sufriendo la primera de muchas oleadas de despidos. Al caer sus ventas, las firmas como General Motors y Ford habían empezado a despedir a miles de trabajadores. Los aranceles no solo fueron una respuesta en defensa de la industria automotriz, sino contra otros sectores de consumo, principalmente productos electrónicos. “Tenemos pruebas claras de que las empresas japonesas estaban incurriendo en prácticas comerciales desleales que violaban un acuerdo entre Japón y Estados Unidos”, declaró Reagan. “Esperamos que nuestros socios comerciales cumplan con sus acuerdos”, dijo Reagan en el discurso citado por Canadá la semana pasada. Reagan afirmó que eliminaría los aranceles solo cuando hubiera pruebas de que Japón trataba a las empresas y trabajadores estadounidenses de manera justa, lo que también sonaba parecido a los discursos recurrentes de Trump. No obstante, Reagan se resistía a imponer barreras comerciales a Japón y creía que los aranceles elevados perjudicaban a los trabajadores y la economía estadounidenses. Reagan criticó entonces al Congreso, controlado por los demócratas, por proponer una legislación que podía imponer más barreras comerciales a otros países. Y a pesar de “ciertos casos puntuales como los semiconductores japoneses”, Reagan afirmó que su administración había adoptado el libre comercio.
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