Rodrigo Solís triunfa tras ficcionar la relación con su padre

Hace exactamente un mes, el autor Rodrigo Solís obtuvo el Premio Primera Novela 2025 que entregan anualmente, desde 2021, Amazon y el Gobierno de México como parte de la Estrategia Nacional de Lectura.

El galardón, que está destinado a obras recientemente publicadas, tiene el propósito de visibilizar a nuevos talentos literarios de México o residentes y acercarlos al público de habla hispana más joven a nivel global.

En una ceremonia celebrada en el Museo Vivo del Muralismo de la SEP, el jurado integrado por las escritoras Brenda Navarro, Cristina Rivera Garza y Alma Delia Murillo se decantaron por el texto Si no sabes de mí, es porque estoy bien (Ed. Inefable, 2024), entre las 64 obras que aplicaron a la convocatoria, y le otorgaron el Premio Primera Novela 2025.

El Economista conversó con Rodrigo Solís (Ciudad de México, 1970) días después de la premiación para conocer su punto de vista, las motivaciones de la novela y el contexto en que recibe el galardón.

La curiosidad es ociosa y quisimos saber cómo se da el salto desde las ciclovías de la ciudad –ya que el autor es guía de cicloturistas– y las clases de inglés, a un premio que lo incorpora a un acervo bibliográfico mundial, cuando su experiencia previa en la parcela literaria había girado en torno a la poesía y algunos guiones de historieta y cortometrajes, de acuerdo con su editorial.

“Ya estoy ruco para una primera novela”, dice con franqueza y buen humor. “Antes de eso, escribí poesía y cuentos. Más bien me dedicaba yo a eso, a cosas de corto aliento, un poco al performance poético en los escenarios y ese tipo de cosas. Pero bueno, pues me cayó esta historia que era más larga, que no cupo en unos versos, que no cupo en teatro, y pues se hizo así una novela. Pero siempre me he dedicado un poco a la narración y a la crónica de lo que me sucede”, comparte el autor.

Si no sabes de mí, es porque estoy bien es una novela que explora la relación entre don Robert, un hombre encantador y, a la vez, destructivo, y su hijo Salvador, quien narra la historia, y a través de una prosa cruda y llena de humor negro, se va hilvanado la novela con un diagnóstico de cáncer como telón de fondo.

Solís dice que su novela tiene un ingrediente autobiográfico. “Es autoficción, narración autobiográfica, no ficción”, afirma. La escribió tras la muerte de su padre, víctima de un cáncer, y para él fue como “un bote salvavidas” en un proceso de catarsis.

Incluso el título de la novela, Si no sabes de mí, es porque estoy bien, dice, “es la frase con que este señor, mi papá, le contestaba a mi mamá cuando le decía, ‘pero ¿dónde andas?’. Si no sabes de mí, es porque estoy bien”, confía quien llevó al experiencia propia a la ficción narrativa.

El poeta, cuentista, dramaturgo y ahora novelista confiesa que la idea de llevar a la ficción todo ese proceso de ser cuidador de su padre en la enfermedad surge a raíz de conversaciones que tuvo con un alumno suyo, Hugo Hiriart, quien lo convenció de que su padre era un personaje de novela.

“A Hugo le gustaba mucho hablar de mi papá. Y él me persuadió de que en vez de hacer tantos corajes, debería de buscar verlo de otra manera, porque era un gran personaje. Y como que él me picó a empezar a escribir la historia, incluso años antes de que se enfermara mi papá. O sea, cuando se enfermó, ya tenía digamos medio libro escrito”, precisa.

Realidad versus ficción

La relación con el padre es un tema recurrente en la literatura. Sófocles, Kafka, Rulfo, Roth, Auster, por citar algunos autores.

“Mi papá era un señor muy difícil que no se dejaba querer, un señor pues muy, como seguramente conoces a algunos acá, paisanos, compatriotas, que a veces en el país de Pedro Páramo, los papás si no son sanguinarios, pasan por buenos padres”, reflexiona Solís.

“Y don Robert –el personaje de la novela– es un señor conflictivo, problemático, pero carismático. Pícaro, digamos. Y en la historia, a través del cáncer, hay una relación entre él y su hijo. Aprenden a quererse, aprenden a cuidarse, se conocen mejor”, dice y agrega:

“La historia con mi papá fue muy similar, la relación con un padre con todos sus problemas y sus encantos, pero al escribir sobre la realidad, uno se distancia un poco, se aleja un poco y es más fácil de experimentarla sin tanto sufrimiento, pienso”.

Un mensaje para los cuidadores

Solís abandona por un momento la ficción y reflexiona sobre el papel que juegan las personas que cuidan a un paciente terminal.

“Cuidar a una persona es muy difícil y está muy devaluado en nuestra sociedad. Es mal pagado, digamos, mal apreciado. Hacer daño deja mucho dinero, pero cuidar a alguien no tanto. Los trabajos así como enfermero, cuidador, maestro, siempre son o parecieran a veces ingratos. Me gustaría que esta novela ayudara a acompañar a esas personas que a veces se sienten solas o menospreciadas haciendo un trabajo así de importante”.

Confiesa que le gustaría que su novela brincara a la pantalla. “Me muero de ganas. Mi hija y mi esposa hacen cine. Ambas son cineastas y sí, me encantaría hacer que esto se volviera un proyecto familiar. Olvídate, sería un sueño hecho realidad”, concluye.

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