Revivir el fuego: los Judas y la vitalidad del Bazaar Sábado

Cada Sábado de Gloria, en el corazón de San Ángel, la CDMX enciende una chispa de memoria colectiva, y este 19 de abril no será la excepción. En el Bazaar Sábado, este espacio que desde los años sesenta reúne lo más brillante del arte popular y la artesanía mexicana, la exposición de los Judas no es sólo una muestra de piezas en cartonería: es un acto de resistencia cultural y celebración viva de las raíces mexicanas.
Piezas monumentales, satíricas, coloridas y feroces se despliegan como guardianas de una tradición que, aunque acorralada por las prohibiciones del pasado y el olvido contemporáneo, sigue respirando gracias al talento de artesanos como Don Pedro Linares, Premio Nacional de las Artes, cuyo legado continúa latiendo en cada figura exhibida.
El Judas –ese muñeco que alguna vez fue quemado públicamente para simbolizar la expulsión del mal y que también sirvió para criticar al poder de forma popular– se transforma en arte, en crítica, en fiesta en donde el Bazaar Sábado se convierte en su escenario perfecto.

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El bazar, con su mezcla única de arte, diseño, gastronomía, música y tradición, ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder la esencia.
Caminar por sus pasillos adoquinados es encontrar lo ancestral conviviendo con lo contemporáneo, lo artesanal con lo artístico, lo local con lo universal.
En este contexto, los Judas no solo remiten al pasado, sino que dialogan con el presente: nos invitan a reflexionar, a reírnos de nosotros mismos, a mirar con otros ojos a los personajes que moldean nuestra sociedad.

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En tiempos donde tantas tradiciones se diluyen, que exista un espacio como el Bazaar Sábado, donde los Judas son exhibidos como obras de arte, nos habla de una vitalidad cultural que sigue palpitando.
No se trata únicamente de preservar por preservar, sino de reinterpretar, de resignificar. Porque las verdaderas tradiciones no son fósiles; son semillas.
Visitar el Bazaar Sábado en Sábado de Gloria es presenciar un rito, una experiencia que combina lo espiritual, lo artístico y lo festivo. Es ver cómo el fuego simbólico de los Judas enciende también el orgullo de un pueblo que no olvida su historia. Y es, sobre todo, celebrar que México sigue creando, sigue creyendo, sigue ardiendo con pasión por su cultura.