Quién fue José "Pepe" Mujica, el expresidente uruguayo con pasado guerrillero

<

Cuando Mujica se interesó en la política, la izquierda uruguaya estaba débil y fracturada. Él comenzó su carrera política en un ala progresista del Partido Nacional de centroderecha. A finales de la década de 1960, se unió al movimiento guerrillero Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, que buscaba debilitar al gobierno conservador de Uruguay mediante robos, secuestros políticos y atentados. Mujica dijo en una entrevista que nunca había matado a nadie, pero reconoció que estuvo involucrado en varios enfrentamientos violentos con policías y soldados, y que una vez recibió seis disparos.
¿Por qué estuvo preso? Las fuerzas de seguridad de Uruguay se impusieron a los Tupamaros cuando los militares llegaron al poder con un golpe de Estado en 1973, lo que marcó el inicio de una dictadura de 12 años en la que unas 200 personas fueron secuestradas y asesinadas. Miles más fueron encarcelados y torturados. Mujica pasó casi 15 años tras las rejas, muchos de ellos en régimen de aislamiento, tirado en el fondo de un viejo abrevadero para caballos. Durante un período en la cárcel logró escapar junto con más de 100 reclusos cavando un túnel. Su mayor “vicio” al acercarse a los 90 años, dijo más tarde, era hablar consigo mismo, en alusión a su tiempo de aislamiento. Tras su liberación en 1985 se reintegró a la vida política y en 1989 fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), que lideró hasta su muerte y transformó en el sector más votado del Frente Amplio, el principal partido del país.

Fue diputado 10 años después, luego senador y ministro de Ganadería y Agricultura antes de alcanzar la presidencia.
¿Qué hizo como presidente? Mujica lideró Uruguay desde 2010 a 2015, después de convencer a los votantes de que su pasado radical era un capítulo cerrado. Fue elegido con el 52% de los votos, a pesar de la preocupación de algunos uruguayos por su edad “Hace 40 años queríamos cambiar el mundo”, afirmó poco antes de asumir el cargo. “Hoy queremos cambiar un cachito la corteza cerebral del pueblo uruguayo”. En su mandato, el exguerrillero se caracterizó por romper el tablero. Impulsó la legalización del mercado de marihuana con un inédito plan que puso al Estado a manejar desde la producción a la comercialización el cannabis. Aprobó también otras libertades civiles, como una ley que permitía el matrimonio homosexual y el aborto en los primeros meses de embarazo. Mujica tomó otras decisiones polémicas como recibir presos de Guantánamo, en acuerdo con el entonces presidente estadounidense Barack Obama. Pepe alcanzó una popularidad inusitada para un mandatario de un país de 3.4 millones de habitantes, estable y enclavado entre los gigantes Brasil y Argentina. Su nombre recorrió el mundo en 2012 con un aplaudido discurso en la conferencia de la ONU Rio+20. Sin corbata, subió al estrado de la conferencia y despotricó contra el consumismo.
Un año después fue aún más duro en la asamblea general de la ONU, donde criticó que la humanidad haya “sacrificado a los viejos dioses inmateriales” para ocupar “el templo con el dios mercado”. En su chacra en la periferia de Montevideo, que se rehusó a abandonar durante su presidencia, recibió a personalidades como el rey emérito de España Juan Carlos II y a figuras del espectáculo como el director de cine Emir Kusturica. El cineasta serbio, fascinado por la personalidad del Pepe, hizo un documental sobre su vida que estrenó en 2018. Era común verlo conduciendo un VW Beetle casi destartalado, comiendo en restaurantes del centro de Montevideo donde almorzaban los oficinistas y evitando el traje y la corbata formales. Los críticos cuestionaban la tendencia de Mujica a romper con el protocolo, a la vez que sus declaraciones contundentes y en ocasiones groseras a veces lo obligaban a dar explicaciones bajo presión tanto de oponentes como de aliados políticos. De un directo insulto a la FIFA en 2014 a los muchos “no sea nabo” (bobo) al responder a periodistas. O cuando dijo “esta vieja es peor que el tuerto” hablando de la entonces presidenta argentina Cristina Kirchner y su fallecido esposo, sin darse cuenta que un micrófono estaba encendido. La pandemia lo obligó a renunciar en 2020 a su banca en el Senado, pero la militancia, sus luchas dialécticas y negociaciones con rivales y aliados políticos se mantuvieron. En el momento de su diagnóstico de cáncer, el 29 de abril de 2024, dijo a periodistas: “Quiero transmitirles a las pibas y pibes que la vida es hermosa, pero se gasta y se cae”, dijo. Con información de AFP
]]>