¿Qué tipo de vivienda estamos construyendo en México y para quién?

En México, contar con una vivienda digna sigue siendo un privilegio más que un derecho garantizado. A pesar de décadas de políticas públicas, subsidios y participación del sector privado, millones de personas viven en inmuebles que no cumplen con los criterios mínimos de habitabilidad: materiales precarios, falta de servicios básicos, hacinamiento y ubicación en zonas periféricas sin conectividad. Y lo más preocupante: las construcciones nuevas no siempre están respondiendo a las verdaderas necesidades del país.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 4% de los hogares en México aún cuentan con piso de tierra, una señal clara del rezago en condiciones básicas de habitabilidad. A pesar de este panorama, en la última década ha predominado una dinámica enfocada en el desarrollo de inmuebles dirigidos a sectores medios y altos, muchas veces fuera del alcance económico de la mayoría.
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Desigualdad habitacional
Según la Cuenta Satélite de Vivienda de México 2023 publicada por el Inegi, en el 2022 el valor total de la edificación residencial alcanzó los 1.6 billones de pesos, pero solo 18.6% de esa cifra se destinó a construcciones de interés social, lo que evidencia una marcada concentración en mercados de mayor poder adquisitivo.
Pero no se trata únicamente de aumentar la cantidad de construcciones. El verdadero reto es definir qué tipo de hogares se están edificando, en qué ubicación y para beneficio de quién. Las zonas urbanas de rápido crecimiento especialmente en las periferias de ciudades como Puebla, Guadalajara, Monterrey o Querétaro se han llenado de fraccionamientos que, si bien cumplen con los estándares técnicos, permanecen completamente desconectados del tejido urbano.
La lejanía de estos desarrollos respecto a centros de trabajo, escuelas, hospitales o sistemas de transporte público ha generado una fuerte dependencia del automóvil, lo que incrementa los tiempos de traslado, los gastos familiares y las emisiones contaminantes.
En países como Chile y Colombia, reformas recientes han comenzado a incentivar a los desarrolladores que impulsan proyectos de vivienda social en áreas bien conectadas o que integran esquemas de inclusión habitacional dentro de sus desarrollos.
En México, se han puesto en marcha diversas iniciativas de planificación metropolitana, con avances que responden a contextos locales específicos. Impulsar una visión más integrada podría contribuir a un desarrollo urbano más equilibrado y accesible para la población.
El país no requiere únicamente más edificaciones. Hace falta una política de uso de suelo más efectiva, estímulos concretos para promover vivienda accesible en zonas centrales, una coordinación metropolitana funcional, infraestructura urbana de calidad y, sobre todo, una visión que entienda el acceso a un hogar digno como un derecho fundamental, no como un simple producto del mercado.
** El autor es country manager de ComunidadFeliz.mx en México, destacado por liderar la expansión de la proptech en el mercado mexicano con estrategias innovadoras en ventas y retención de clientes. Su enfoque en metodologías ágiles ha sido clave para optimizar la adquisición y monetización de usuarios.