¿Qué sigue para la economía de Morelos tras el cierre de la planta de Nissan?

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Nissan cierra su capítulo en Morelos. La planta de Nissan en CIVAC, Morelos , echó a andar en 1966 con el ensamblaje del Datsun Bluebird. Más de cinco décadas después, en pleno 2025, sus líneas de producción se apagan de forma definitiva. La automotriz japonesa pone fin a una era que dio forma al desarrollo industrial del estado y que durante décadas sostuvo miles de empleos directos e indirectos . La decisión forma parte de un proceso de reorganización global bajo el plan Re:Nissan, que implica reducir complejidad operativa y concentrar recursos. En México, esto se traduce en la salida de dos plantas: CIVAC, en Morelos, y COMPAS, en Aguascalientes. La compañía operará ahora solo con dos fábricas, ambas ubicadas en ese último estado, desde donde busca mantener su eficiencia y competitividad frente a un mercado cada vez más exigente.

Impacto económico y generación de empleo en Morelos Su peso en la producción automotriz nacional Nissan se queda solo con dos plantas

CIVAC era hasta ahora la planta más longeva de Nissan fuera de Japón. Su capacidad instalada era de 160,000 unidades anuales, y en 2024 ensambló 122,320 vehículos, utilizando más del 76% de su capacidad. Solo en los primeros dos meses de 2025, alcanzó un 94.1% de ocupación. Sin embargo, ni esa eficiencia logró revertir la decisión estratégica de concentrar operaciones en un solo complejo con mayor conectividad y automatización. El impacto más inmediato es laboral. Al momento del anuncio, CIVAC contaba con 3,500 trabajadores directos, entre operativos, técnicos y administrativos. A ellos se suman alrededor de 4,000 empleos indirectos relacionados con la cadena de suministro, transporte, alimentación, mantenimiento y otros servicios. Aunque el gobierno de Morelos estima 2,300 despidos directos, dirigentes locales del PRI señalan que la cifra real podría superar los 5,000. Durante años, Nissan fue uno de los principales empleadores privados de Morelos . Su presencia no solo generaba empleos, sino que ayudó a consolidar un ecosistema industrial alrededor de la planta. Desde empresas de autopartes hasta proveedores logísticos, muchos negocios dependían de la continuidad de su operación. El cierre deja un vacío económico difícil de sustituir en el corto plazo. La reacción oficial ha sido de contención. La Secretaría de Desarrollo Económico y del Trabajo de Morelos anunció programas de acompañamiento para los trabajadores afectados, tanto para quienes acepten una liquidación como para quienes opten por reubicarse en Aguascalientes. Se activarán apoyos económicos temporales, programas de vinculación laboral y líneas de crédito para quienes deseen emprender. En coordinación con al menos seis empresas automotrices asentadas en el estado, el gobierno estatal busca facilitar opciones de reempleo. Además, se pondrán en marcha instrumentos financieros como el Fideicomiso en Morelos para el Desarrollo Empresarial e Inversión (FIFODEPI) y el Fondo de Competitividad y Promoción del Empleo (FIDECOMP), enfocados en fomentar el autoempleo. Sin embargo, los efectos estructurales irán más allá del empleo inmediato. Nissan representaba una fuente de recaudación fiscal significativa y un motor de consumo local. Desde renta de viviendas y escuelas privadas hasta restaurantes y comercios, muchas actividades económicas en Jiutepec y Cuernavaca crecieron alrededor de la estabilidad que ofrecía la planta. La situación contrasta con la celebración que hace menos de una década reafirmó el compromiso de la automotriz con la entidad. En 2016, al cumplirse 50 años del arranque de operaciones, la empresa reunió a empleados y directivos para conmemorar la permanencia de CIVAC, que en ese momento había superado una fuerte amenaza de cierre tras la apertura de una nueva planta en Aguascalientes. En ese entonces, el gobierno estatal impulsó medidas como la reactivación del ferrocarril de Cuautla y programas de atracción de proveedores. El fabricante de chasises Autec, por ejemplo, se instaló a 20 minutos de la planta. Ese esfuerzo permitió prolongar su vida útil durante una década más. Pero la tendencia de centralización terminó por imponerse. La salida de Nissan golpea particularmente a Morelos porque la entidad no cuenta con una base industrial tan diversificada como otros estados del centro del país. Aunque hay presencia de otras firmas automotrices y manufactureras, ninguna tiene el peso histórico ni el tamaño operativo que tuvo CIVAC. El reto ahora será construir nuevas vocaciones productivas. En contraste, Aguascalientes consolida su posición como clúster automotriz. La concentración de operaciones en ese estado responde a factores como la cercanía entre plantas, mejor infraestructura logística, menor dispersión de proveedores y una estructura laboral ya alineada con los procesos de Nissan. Para la automotriz, significa ahorro y eficiencia; para Morelos, representa una pérdida de centralidad económica. La planta de CIVAC no solo produjo autos. También ensambló confianza. Modelos como el Tsuru, el March, el Versa y la pick-up NP300 salieron de sus líneas y se convirtieron en referentes para la marca en el mercado mexicano. En total, se produjeron 24 modelos diferentes en cinco décadas. Su salida marca también una transformación simbólica del paisaje industrial del país. La desindustrialización parcial que supone el cierre deja muchas preguntas abiertas sobre el futuro de la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (CIVAC), uno de los polos fabriles más antiguos del país. El gobierno estatal ha asegurado que buscará nuevos inversionistas para aprovechar la infraestructura existente, pero aún no hay un plan claro de reconversión. Los trabajadores, mientras tanto, enfrentan decisiones difíciles. Algunos han comenzado ya el proceso de traslado a Aguascalientes; otros evalúan aceptar su liquidación y buscar opciones locales. Hay también quienes ven en esta coyuntura una oportunidad para emprender, aunque con incertidumbre sobre el respaldo institucional. En términos de volumen, el cierre de CIVAC y de COMPAS implica una reducción de hasta 300,000 unidades en la capacidad productiva nacional de Nissan. Pero más allá de las cifras, es un recordatorio de que la lógica de la eficiencia empresarial no siempre se alinea con la lógica de desarrollo territorial. Nissan llegó a operar cuatro plantas en México. Con este ajuste, se queda con dos. Mientras Aguascalientes asume el protagonismo, Morelos se despide de su principal emblema industrial.

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