Qué significan las veladoras y la cruz en el altar de muertos

Qué significan las veladoras y la cruz en el altar de muertos

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Cada altar de muertos se construye con objetos que cumplen una función dentro del ritual que se realiza entre el 1 y 2 de noviembre. Las familias colocan fotografías, alimentos, flores y piezas específicas que permiten recibir a las ánimas. Entre estos elementos destacan las veladoras y la cruz , componentes que se integran desde las tradiciones de las comunidades indígenas y que se mantienen en la práctica actual. A continuación, te dejamos todos los detalles sobre el significado en la ofrenda.

¿Qué significan las veladoras en la ofrenda de Día de Muertos?


¿Y la cruz? La ofrenda de los difuntos pequeños

En tiempos antiguos se utilizaban rajas de ocote para producir fuego y alumbrar los rituales dedicados a las ánimas. Con el paso de los años se integró el uso del cirio en sus distintas formas: velas, veladoras o ceras, que permanecen como parte fundamental del altar doméstico. La flama representa “la luz”, la fe y la esperanza. Su función es guiar a las ánimas durante su visita al mundo de los vivos. Se coloca para alumbrar el camino de regreso al hogar donde se espera su llegada y marcar el trayecto que deben seguir. En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, por lo que la cantidad depende del número de almas que se desea recibir en la ofrenda. Las familias deciden cuántas colocar según la cantidad de personas fallecidas que buscan honrar. Respecto al uso del color, los cirios morados representan duelo. También existen altares donde se colocan cuatro veladoras formando una cruz para señalar los cuatro puntos cardinales. Con ello se busca que las ánimas puedan orientarse hasta encontrar el camino correcto hacia el hogar. Sirve para que al momento de que el alma llegue, pueda liberarse de sus culpas pendientes. Forma parte de una estructura simbólica que busca preparar el espacio de recepción para el tránsito de las ánimas. La cruz se coloca generalmente en la parte central o superior del altar para formar parte del conjunto principal, junto con la imagen del difunto, el agua, el pan y la sal. Dentro de la tradición del Día de Muertos existe una distinción entre la ofrenda dedicada a los adultos y la que se prepara para los difuntos pequeños. En la mayoría de los hogares el 31 de octubre se elabora el altar para estas ánimas que llegan el 1 de noviembre. Regularmente los alimentos no deben llevar picante porque se considera que podría causarles daño. Las flores y candelabros deben ser blancos, color que representa pureza en esta tradición. También se colocan dulces de alfeñique, pasta elaborada con azúcar moldeada en figuras como animales, canastas con flores o pequeños ataúdes. Algunos añaden juguetes de barro pintado para que las ánimas de los niños puedan jugar como lo hacían en vida durante su visita. Todos los elementos deben colocarse en tamaño pequeño.

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