¿Qué día se pide calaverita en México y cómo hacerlo de forma segura en familia?
 
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Fechas en las que se pide calaverita en México Antes que nada, hay que tomar en cuenta que, debido a la cercanía del Día de Muertos con Halloween en Estados Unidos, ambas celebraciones suelen mezclarse. Mientras que en EU los niños salen la noche del 31 de octubre a pedir dulces con el famoso “dulce o truco”, en México la tradición indica que se debe esperar al 1 y 2 de noviembre para pedir la calaverita. Este año, quienes celebren Halloween pueden salir a pedir dulces desde el viernes 31 de octubre, mientras que las familias más tradicionales esperarán al sábado 1 y domingo 2 de noviembre, fechas del Día de Muertos. Hay también quienes aprovechan los tres días para reunir la mayor cantidad posible de dulces.
Cómo pedir calaverita de forma segura y en familia Pedir calaverita puede ser una experiencia divertida y memorable si se hace con precaución. Las autoridades recomiendan salir en grupos pequeños y siempre acompañados por un adulto. Es preferible recorrer calles bien iluminadas y conocidas del vecindario, evitando zonas solas o con tráfico intenso. Se aconseja que los disfraces sean cómodos, sin accesorios que obstruyan la vista o dificulten caminar, y que incluyan elementos reflectantes para mejorar la visibilidad. También es importante revisar los dulces antes de consumirlos y no aceptar productos abiertos o sin envoltura. Llevar una linterna, acordar un punto de reunión y establecer una hora de regreso son medidas sencillas que ayudan a mantener la seguridad y disfrutar del Día de Muertos sin contratiempos.
¿De dónde viene la tradición de pedir calaverita? Aunque muchos la asocian con el Halloween estadounidense, la tradición mexicana tiene raíces propias. De acuerdo con el antropólogo Erik Mendoza, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), su origen puede rastrearse hasta el siglo XVIII, cuando las familias más ricas montaban grandes altares para honrar a sus muertos. Los niños de escasos recursos pedían lo que sobraba de esas ofrendas para formar las suyas, y con el tiempo a esas limosnas simbólicas se les empezó a llamar “calaveritas”. Durante la época colonial, los pequeños solían salir con calaveras hechas de chilacayote o calabaza, iluminadas con una vela en su interior. Ya en el siglo XX, las cajas de cartón y, más tarde, las calabazas de plástico sustituyeron esas versiones artesanales. La influencia del Halloween llegó después, sobre todo en las ciudades, donde ambas celebraciones comenzaron a mezclarse. Los disfraces y los dulces industriales se sumaron a la costumbre de pedir calaverita, sin desplazar del todo su sentido original: honrar a los muertos con alegría y compartir con los vivos. Hoy, dependiendo de la región, los niños pueden recibir fruta, pan de muerto, tamales o golosinas. En lugares como Mixquic o Zacapoaxtla, la tradición conserva su toque comunitario y religioso: antes de pedir, los pequeños rezan frente a las ofrendas. Así, pedir calaverita no es una copia del Halloween, sino una tradición mexicana que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia: celebrar la vida recordando a quienes ya partieron. 
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