¿Pueden los partidos de derecha ganar la próxima ola en América Latina?

A medida que América Latina se prepara para una oleada electoral decisiva, con comicios presidenciales o parlamentarios próximos en países como Chile, Argentina, Colombia, Perú, Brasil, los partidos de derecha y los liberales afrontan un dilema urgente: ¿pueden ganar sin sucumbir al juego del populismo?  

A diferencia de México, donde tenemos continuidad en materia de izquierda, actualmente existe un debate, teniendo en cuenta las próximas elecciones en la región, un debate acerca de una posible ola de éxito de la derecha. Por lo tanto, la pregunta permanece : ¿pueden, en el contexto económico actual y dado el gran apetito por el populismo, ganar los partidos de derecha? A continuación, presento una receta válida para los partidos que deseen ser no populistas sino populares, una receta que puede conducir al éxito.

No se trata solo de obtener cargos. Está en juego la defensa de las normas democráticas y la reconstrucción de la confianza ciudadana. Para ello, la centroderecha debe ofrecer no únicamente mejores políticas económicas, sino también mejor política: mayor inteligencia emocional, estrategia clara y sincronía con las preocupaciones reales de los votantes en contextos marcados por la inflación, la inseguridad y la polarización.

Aquí van cinco estrategias concretas que los partidos de centroderecha y liberales en América Latina deberían adoptar en la próxima ola electoral:

  1. Dejen de reaccionar. Empiecen a replantear. No permitan que los oponentes radicales marquen los términos del debate. Reformulen los temas clave – como la inseguridad, la desigualdad o la identidad nacional – de manera que resalten las fortalezas del liberalismo. Por ejemplo, presenten la seguridad no solo como presencia policial, sino como dignidad comunitaria y confianza en las instituciones. Enmarquen la economía no solo en torno al crecimiento, sino en la igual dignidad a través de la oportunidad. Demuestren que el liberalismo no es la ideología del privilegio, sino la hoja de ruta hacia un futuro más decente y estable.
  2. No imiten a los populistas. Conecten con sus electores. Muchos políticos liberales cometen el error de imitar la retórica populista o de descalificar a sus seguidores como desinformados. Ambos son errores. La tarea real es abordar las preocupaciones que los populistas explotan, sin copiar sus mensajes excluyentes. Esto podría significar hablar de las dificultades de los trabajadores informales, las familias rurales y la juventud frustrada en términos de dignidad, equidad y previsibilidad, y ofrecer soluciones reales, no lemas vacíos.
  3. Hablen con claridad y emoción. Los mensajes deben ser breves, repetibles y emocionalmente resonantes. Los datos son necesarios, pero solo convencen si se integran en historias que conecten: “Libertad con justicia”, “Seguridad con oportunidades”, “Crecimiento que no deja a nadie atrás”. Esas frases funcionan como anclas narrativas en campañas y debates.
  4. Dominen la comunicación digital sin perder la humanidad. Las redes sociales no son solo para alcanzar la viralidad, sino para crear conexión emocional. Los candidatos liberales deberían invertir en contenido estratégico: videos cortos, mensajes directos, sesiones de preguntas en vivo y narrativas locales. Pero eviten la tecnocracia fría. Muestren vulnerabilidad. Hablen de historias personales: qué los llevó a la política, quién los inspiró, qué valores no están dispuestos a ceder. La conexión humana vence a los volúmenes de datos.
  5. Sean presencia, no solo una posición. Especialmente en la oposición, no desaparezcan entre campañas. Visiten las comunidades. Recorran los mercados. Conversen con maestros, policías y enfermeras. Organicen foros en los barrios populares. Permitan que la gente los vea y sienta que están de su lado. La popularidad basada en la presencia y la empatía es mucho más sostenible que el éxito viral impulsado por la indignación.

En el plano mediático y cívico, la región muestra señales mixtas: hay hartazgo con las élites tradicionales, pero también una fuerte demanda de liderazgo capaz de ofrecer resultados. Encuestas en varios países reflejan que una proporción significativa de la población busca “liderazgos fuertes” para enfrentar la inseguridad y la concentración de poder, lo que obliga a la derecha democrática a equilibrar con firmeza y respeto institucional. Al mismo tiempo, iniciativas ciudadanas (presupuestos participativos, auditorías locales y plataformas de transparencia) han demostrado que la combinación de eficacia institucional y cercanía social reconstruye confianza. Incorporar esos ejemplos concretos a la narrativa de campaña permite contraponer el discurso populista con casos reales de progreso.

América Latina no necesita más polarización ni soluciones de corto plazo; necesita liderazgo competente y conectado. Los partidos de derecha pueden ser esa alternativa en la próxima oleada electoral, esto si dejan atrás las líneas del pasado y construyen una propuesta creíble, emocionalmente inteligente y claramente orientada a resultados para la gente.

* Radu Magdin fue asesor honorario del primer ministro rumano (2014-2015) y del primer ministro moldavo (2016-2017). Actualmente se desempeña como analista global y consultor.

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