Privatización de pensiones y el auge de la vejez: el reto para México

Privatización de pensiones y el auge de la vejez: el reto para México

La población mexicana envejece más rápido de lo previsto y lo hace en medio de un sistema de pensiones privatizado que deja a millones de personas mayores en riesgo de vulnerabilidad económica, advirtió la académica Verónica Montes de Oca Zavala, del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM.

Hoy, cerca del 12.8 % de la población nacional, alrededor de 17 millones de personas, tiene 60 años o más, y por primera vez en la historia del país este grupo crece de forma sostenida.

De acuerdo con la UNAM, para 2030 la proporción de personas mayores alcanzará hasta 20 % en la Ciudad de México y el Estado de México, lo que transformará la estructura demográfica y demandará nuevas respuestas del Estado y la sociedad.

Montes de Oca subrayó que estamos frente a un cambio civilizatorio: “nunca habíamos sido tan longevos”, pero la longevidad no necesariamente viene acompañada de una vida digna o segura.

Pensiones privatizadas y ahorros en riesgo

Uno de los puntos más delicados del envejecimiento en México es la seguridad económica en la vejez. La especialista explicó que el sistema de pensiones fue trasladado al ámbito privado, colocando los ahorros de los trabajadores en manos de empresas financieras que cobran comisiones y especulan con esos recursos.

Este modelo, señaló, expone a las personas mayores a una vejez incierta, con ingresos insuficientes o dependientes de decisiones del mercado, lo que incrementa la desigualdad y hace más frágil la vida económica después del retiro laboral.

Para quienes no pudieron ahorrar durante su vida laboral o trabajaron en la informalidad, la situación es aún más precaria: el apoyo proviene de pensiones no contributivas o de la familia, lo que evidencia la falta de un sistema de protección sólido y universal.

Más viejos conviviendo con menos seguridad

La académica destacó además que este es el momento histórico en el que más generaciones conviven al mismo tiempo, lo que abre oportunidades de intercambio, pero también revela brechas entre quienes envejecen con pensión, seguridad social o patrimonio, y quienes lo hacen en condiciones de precariedad.

El envejecimiento no solo impacta al sistema de salud, sino también a la economía familiar, la vivienda, la organización del trabajo y los cuidados. Si no se garantiza una vida digna después del retiro, el envejecimiento puede convertirse en un problema de exclusión y no de derechos.

De acuerdo con los especialistas, es clara la urgencia de revisar el modelo de pensiones y el papel del Estado. En resumen, el desafío implica:

  • Repensar el sistema de ahorro para el retiro, regulando mejor las administradoras privadas y asegurando que las pensiones alcancen para vivir, no solo para sobrevivir.
  • Proteger a quienes no cotizaron o lo hicieron de forma intermitente, para evitar que la vejez se traduzca en pobreza.
  • Generar una cultura de envejecimiento digno, que contemple salud, autonomía, cuidados y seguridad financiera.

admin