¿Por qué subió la mandarina? Qué hay detrás del precio de la fruta más deseada de la temporada
En la temporada 2025, la mandarina sigue presente, pero el precio ya no pasa desapercibido. De acuerdo con datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en la Ciudad de México el kilo ronda los 55 pesos en mercados, se acerca a los 65 pesos en supermercados y en algunos locales es difícil verlo por debajo de los 70 pesos.
En estados con menos oferta local, como Chiapas, el kilo puede alcanzar los 120 pesos cuando la fruta llega desde otras regiones o incluso desde Perú. Frente a 2024, el encarecimiento supera el 20%.
Detrás de esa cifra hay una combinación clara de factores: menos fruta disponible en las huertas, costos de producción y transporte más altos y una demanda de temporada que se mantiene fuerte.
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Qué está pasando en las huertas
La estructura productiva ayuda a entender por qué cualquier tropiezo se nota en el precio. La mandarina que se consume en el país se concentra en unas pocas entidades: Puebla, Veracruz y Nuevo León son tres de los estados que sostienen buena parte del volumen nacional. La temporada se extiende de octubre a marzo, con mayor disponibilidad entre octubre y diciembre, cuando llegan a mercado variedades como Clementina, Satsuma, Dancy y Oro Valle.
Durante la segunda mitad de 2025, estas regiones enfrentaron condiciones climáticas muy complicadas. Se registraron sequías prolongadas y lluvias irregulares que afectaron la floración, el cuajado y la calidad del fruto.
Menos agua en momentos clave del ciclo implica menos mandarinas por árbol; lluvias concentradas después elevan las pérdidas por caída de fruta y dificultan la cosecha. El resultado es una campaña con menor producción comercializable justo en la antesala de los meses de mayor consumo.
En un cultivo concentrado geográficamente, una reducción de rendimiento por hectárea no se compensa con facilidad. La oferta se estrecha y el precio de salida sube.
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Costos crecientes antes de llegar al mercado
A la menor producción se suman los costos que se han encarecido a lo largo de la cadena. Productores y comerciantes reportan aumentos en combustibles, insumos agrícolas, materiales de empaque y servicios vinculados al manejo y traslado de fruta. Cada viaje desde las huertas de Puebla, Veracruz o Nuevo León hasta los centros urbanos cuesta más que hace un año.
Una fruta con alto valor gastronómico y nutricional
Mientras la oferta y los costos son más frágiles, la mandarina mantiene un perfil que sostiene la demanda. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Secretaría de Agricultura) la describe como una fruta versátil y nutritiva, disponible en temporada de otoño e invierno gracias al trabajo de las y los productores en la cosecha, recolección y traslado.
El organismo detalla que la mandarina contiene aproximadamente 85% de agua y combina vitaminas, minerales y fibra que la vuelven un alimento hidratante y beneficioso para la salud.
Entre sus aportes se destacan la vitamina C, que refuerza el sistema inmunológico; los antioxidantes, que ayudan a reducir el daño oxidativo; la fibra dietética, que favorece la digestión y contribuye a regular el azúcar en sangre; y minerales como el potasio, esencial para la salud cardiovascular, y el magnesio, vinculado a la función muscular y nerviosa.
En términos culinarios, Agricultura subraya que puede consumirse fresca, sola o en ensaladas; utilizarse en jugos y batidos; transformarse en mermeladas y conservas para aprovechar su sabor durante todo el año; y emplearse en forma de té a partir de la cáscara.
Demanda de temporada y opciones
Entre octubre y diciembre, la mandarina se incorpora de manera intensiva a menús, colaciones, jugos y preparaciones dulces. La facilidad para pelarla, su combinación de dulzor y acidez baja y la percepción de alimento “ligero pero completo” hacen que el consumo se mantenga estable incluso cuando el precio sube.
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En este contexto, en la compra, conviene comparar precios entre tianguis, mercados locales, centrales de abasto y supermercados, y aprovechar los espacios donde la diferencia por kilo es significativa. En la cocina, tiene sentido exprimir cada posibilidad del fruto: usar pulpa y jugo en platos salados y postres, destinar la ralladura a masas y vinagretas, y reservar la cáscara para infusiones o conservas que extiendan su presencia.
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