¿Por qué Snoopy está en todas partes? Nostalgia, valores y marketing emocional

¿Por qué Snoopy está en todas partes? Nostalgia, valores y marketing emocional

Desde las carátulas de los relojes inteligentes de Apple hasta una línea de tazas y vasos en Starbucks, pasando por prendas de ropa para distintos públicos y precios, con alianzas visibles en marcas como Lacoste, American Eagle, Levi’s, Vans y H&M, Snoopy ocupa hoy un lugar protagónico en la cultura pop. 

A sus 75 años, el personaje creado por Charles M. Schulz no sólo mantiene vigencia, sino que experimenta en las últimas décadas un nuevo ciclo de fama global.

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Snoopy apareció por primera vez en una publicación el 4 de octubre de 1950, como el perro de Charlie Brown, dos días después del estreno de la tira cómica que tenía a su dueño como protagonista. Más de siete décadas después, su silueta sigue presente, ahora adaptada a plataformas digitales, estrategias de nostalgia y una demanda creciente por símbolos emocionales que atraviesen generaciones.

En la década de los sesenta, el beagle blanco con manchas negras apareció en televisión en diferentes comerciales y para la década de los ochentas dio el salto estable a la pantalla chica con la serie “El show de Charlie Brown y Snoopy”. Hoy vive en plataformas de streaming y tiene en conjunto cerca de 22 millones de seguidores en sus cuentas de Facebook, Instagram, X, TikTok y YouTube.

¿Qué hace que figuras como Snoopy hayan cobrado un nuevo valor simbólico en el mercado global? Para Maca Rotter, especialista en licencias y CEO de La Panadería, lo que se ve detrás del fenómeno en torno a la mascota de Charlie Brown “es una conexión intergeneracional basada en la nostalgia, pero también en la necesidad de mensajes emocionalmente seguros… Son personajes que no requieren adaptación forzada: mantienen su esencia, pero encuentran nuevas plataformas para dialogar con el público”.

El fenómeno detrás de esta figura no es único, es parte del marketing emocional, una estrategia que utilizan las marcas para generar conexiones significativas con los consumidores e influir en sus decisiones de compra.

El caso Starbucks y el poder de los vínculos emocionales

Uno de los ejemplos más recientes de este fenómeno fue la colaboración de Starbucks con Snoopy en marzo de 2025. La estrategia incluyó una bebida exclusiva (el Joe Kind Frappuccino), artículos coleccionables y una narrativa centrada en la bondad como valor universal. La campaña se desplegó en 74 países y en más de 29,000 tiendas.

“Queríamos inspirar pequeñas acciones cotidianas, no sólo vender productos”, explica Georgina Cabral, subdirectora de Marketing de Starbucks México. En el país, la respuesta fue inmediata: hubo filas desde la madrugada, incluso en tiendas de los aeropuertos. “Snoopy proyecta valores como ternura, gratitud, amistad. En un contexto donde muchas personas se sienten solas, su presencia genera conexión”.

Pero el impacto trasciende un caso de mercadotecnia exitoso. Snoopy no necesita hablar. Su lenguaje se construye con gestos simples, frases breves inscritas en globos de diálogo de tira cómica y una expresividad que no ha cambiado desde mediados del siglo XX. Esa fidelidad a su identidad original, lejos de ser una limitante, se ha convertido en una fortaleza.

“Nunca vas a ver a Snoopy con un smartphone en la mano, y eso es intencional”, explica Maca Rotter. “La marca ha evolucionado en formatos, pero no en esencia. Esa coherencia es la que permite que conecte con distintas generaciones sin perder su autenticidad”.

Actualmente, Snoopy protagoniza miles de productos que van desde la papelería a la tecnología, y aunque las cifras exactas varían, se estima que la marca genera más de 2,000 millones de dólares anuales en productos licenciados a nivel global.

El refugio emocional de una figura intacta

El auge reciente de Snoopy se sostiene sobre algo más que buenas estrategias comerciales o colaboraciones atractivas. En el fondo, coinciden las entrevistadas, responde a una necesidad emocional profunda: la búsqueda de referentes estables, amables y sin ambigüedades en un entorno marcado por la sobreinformación, el exceso de textos en la comunicación y la vida acelerada.

Para Maca Rotter, el contenido que logra perdurar es aquel que articula valores sencillos pero significativos, y en ese sentido, Snoopy sigue siendo vigente. Para ella, esta caricatura funciona como un código emocional abierto: una figura reconocible que no exige interpretación, pero sí permite identificación. En esa simpleza –gráfica y emocional– radica buena parte de su poder.

Georgina Cabral coincide en que el fenómeno va más allá de la nostalgia. La especialista observa que muchas marcas están redescubriendo el valor de los personajes clásicos, no solo por el recuerdo que evocan, sino porque representan una forma más emocional y humana de conectar con el consumidor. “Snoopy es una figura que le habla a todo público”, apunta.

Un fenómeno paralelo ocurre con otras figuras clásicas como Hello Kitty, Rosita Fresita, Garfield o Dragon Ball, expone Maca Rotter, marcas que también han resurgido al activar memorias afectivas sin necesidad de transformarse por completo. Y mientras estas licencias mantengan la esencia que las hizo perdurar, agrega, seguirán encontrando espacio entre nuevas generaciones.

De esta manera, Snoopy no está en todas partes por azar. Lo está porque, en un mundo saturado de estímulos, discursos y urgencias, representa algo cada vez más escaso: una forma simple, amable y auténtica de conectar con los demás. No grita, no compite, no pretende ser otra cosa. Y tal vez por eso, después de 75 años, sigue siendo tan vigente.

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