¿Por qué se evita poner ofrenda de Día de Muertos el primer año de un fallecido?

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El viaje del alma al Mictlán De acuerdo con información de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la cultura mexica se creía que el alma emprendía un viaje largo y difícil hacia el
Mictlán , el inframundo. Ese recorrido podía durar hasta cuatro años, y durante ese tiempo el espíritu atravesaba distintos niveles antes de alcanzar el descanso final. Por eso, colocar la ofrenda antes de que se cumpla el primer ciclo podía considerarse una falta de respeto o incluso un obstáculo para su tránsito espiritual. Según la creencia popular, hacerlo podría interrumpir el viaje del alma o dejarla en un estado de limbo. Además, se dice que en su primer año los difuntos no tienen aún “permiso” para regresar al mundo de los vivos, pues deben cumplir otra tarea: ayudar a guiar a las almas mayores hacia sus ofrendas.
La primera ofrenda, al cumplir un año En algunas regiones, como Huaquechula (Puebla), esta idea se mantiene con fuerza. Ahí se construyen las llamadas “ofrendas monumentales”, dedicadas exclusivamente a quienes cumplen su primer aniversario luctuoso. Solo entonces se les rinde homenaje público. Lo mismo ocurre en comunidades de Michoacán y Oaxaca, donde se respeta el año de espera antes de integrar al nuevo difunto al altar familiar.
Entre la tradición y la adaptación Con el paso del tiempo, las costumbres se han flexibilizado. Muchas familias hoy deciden incluir la foto y la ofrenda del ser querido desde el primer Día de Muertos, movidas por el deseo de recordarlo. Los especialistas señalan que no hay una regla estricta: si la familia o el propio fallecido no seguían las creencias tradicionales, pueden rendir homenaje en el momento que consideren adecuado. En pocas palabras, la tradición ancestral recomienda esperar un año para que el alma complete su tránsito al Mictlán. Pero en la práctica, cada familia decide cómo honrar la memoria de sus muertos: con respeto, a su manera y en su propio tiempo.
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