¿Por qué AT&T estaría en remate, si ha conectado a 14 millones de mexicanos a Internet?

¿Por qué AT&T estaría en remate, si ha conectado a 14 millones de mexicanos a Internet?

La unidad mexicana de AT&T está en venta; incluso en remate. El corporativo en Texas de esta compañía estaría evaluando pedir 2,000 millones de dólares por una telefónica a la que inyectó 10,000 millones de dólares en su plan de negocios y de la que ha levantado 31,516 millones de dólares de ingresos brutos durante una década, hasta junio de 2025. 

AT&T México todavía no es tan rentable y tampoco es muy estratégica para el directorio de su matriz; y por eso está en venta, afirma la prensa estadounidense. Pero en México el relato es otro y con mucha trama por el significado e implicaciones que desataría el retiro de AT&T de este país.

Las informaciones de la agencia de noticias Bloomberg sobre una venta de AT&T están, en cuanto a tiempos, en línea con el mano a mano que mantiene el gobierno de los Estados Unidos con el de México por la renegociación del T-MEC, donde a esta compañía ya ha perdido la oportunidad de operar en un mercado con regulador autónomo e independiente del Poder Ejecutivo y sin confianza en el nuevo Poder Judicial; y en la baraja ahora sólo queda la carta de que Estados Unidos presione y logre influir en una reescritura de los precios e impuestos por usar espectro en México, un criterio por donde a AT&T pierde de su cartera alrededor del 14% de sus ingresos totales anuales, cuando ese dinero, ha argumentado la compañía, pudiera utilizarse para mejorar su cobertura de servicios.

Ese 14% de AT&T se entiende mejor cuando se conoce que la mediana de los precios anuales por el uso de espectro a nivel Latinoamérica ronda el 6 por ciento.

“La salida de AT&T sería por la falta de confianza en el sistema judicial mexicano: Un modelo judicial único en el mundo y de corte popular. El gobierno pasado de la 4T, no fue muy positivo con AT&T y probablemente ellos se sientan sin la solidez institucional para seguir en el país”, dijo Jorge Fernando Negrete, presidente en DPL Group.

Hace unos días, el presidente Donald Trump concedió un plazo de 90 días para dialogar con México el tema arancelario y de cara a la revisión del acuerdo comercial de Norteamérica (T-MEC), pero detrás de esa ventana de tiempo está la intención de Estados Unidos de negociar con México una nueva política tributaria por el uso de bandas radioeléctricas que beneficie a sus compañías, como AT&T, y también de paso al resto de operadores como Telcel y Altán; pues, de hecho, los 90 días concedidos por el presidente Trump empatan en los tiempos de cuando en México se discutirá el Paquete Económico de la Federación 2026, donde se fijará el precio del espectro para el siguiente año.

Una modificación en los precios del espectro provocaría cambios profundos en el mercado de telecomunicaciones local, incluso que un nuevo actor, nacional o externo, decidiera evaluar entrar al negocio celular de México en la próxima licitación de 5G, pues hasta ahora sólo el presidente Enrique Peña Nieto puede celebrar que su reforma de telecomunicaciones de 2013 pudo animar a AT&T a invertir aquí, mientras que los recientes gobiernos han desaparecido al Instituto Federal de Telecomunicaciones y rescatado con dinero público a Altán Redes.

El directorio de AT&T en Estados Unidos tiene motivos para vender la AT&T mexicana. La compañía ha perdido aquí mucho dinero de sus inversionistas estadounidenses. Por ejemplo, con datos disponibles y verificados de la matriz a Wall Street, el saldo neto de pérdidas de AT&T en México suma 3,998 millones de dólares entre el 1 de enero de 2017 y 30 de junio de 2025, si bien en el desglose AT&T ya tuvo una ganancia de 40 millones de dólares en todo el ejercicio de 2024 y de 89 millones de dólares durante el primer semestre de 2025.

Y mientras AT&T perdía dinero en México por particularidades correspondientes a su propio plan de negocios y también por factores externos como la política fiscal del Estado por el uso de espectro, los mexicanos ganaban con la presencia de AT&T en el país, ya que la compañía creció hasta los 23 millones 843,000 usuarios celulares en junio de 2025, desde los 10 millones 698,000 con los que empezó en México con la compra de Nextel-Iusacell/Unefon en 2015.

La relevancia de AT&T en México está en que durante su década en el país, un total de 13 millones 938,000 mexicanos pudieron conocer un nuevo servicio y optar por otra alternativa de servicios de comunicación, porque esos casi 14 millones de mexicanos son los accesos netos y activos que AT&T ha podido conectar durante su estancia aquí; en números simples, equivalentes en números simples al 70% de los 20 millones que ha conectado Altán Redes, pero superior en las mediciones de usuarios activos que cursan tráfico sobre la red celular de ese operador.

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Si AT&T vende la AT&T mexicana, sería un dolor de cabeza y al mismo una oportunidad para Telefónica en su intento de vender Movistar, pues un capital, por ejemplo, árabe, vería con mejor sentido comprar dos telefónicas que aglutinan 45 millones de usuarios y con espectro con poder de cobertura y capacidad de traspasar estacionamientos. Pero el potencial inversionista también podría evaluar si es más conveniente comprar sólo un AT&T por sus usuarios con un mayor nivel de consumo y fidelidad, a uno como Movistar que está más lleno de prepago, y que además es su principal activo.

Para el Gobierno de México una hipotética situación así sería un mensaje negativo a su proceder, porque quedaría de manifiesto que se habría conducido con políticas públicas y regulatorias poco eficientes, a las que no confió ningún operador de gran tamaño y de relevancia mundial, y por tanto se mantendría como un mercado concentrado de dos actores fuertes, ahora en un operador privado y uno prácticamente estatal.

“La nueva regulación de competencia económica mantuvo, injustamente y en contra del concepto de inclusión digital y del derecho de acceso a Internet, la figura de preponderancia, con lo que sólo le manda un guiño y mantiene fuera la duda del gobierno norteamericano de algún favoritismo a empresa mexicana. AT&T es el segundo operador de habla hispana en Iberoamérica, con más tráfico en sus redes 45 millones y su presidenta Mónica Aspe ha conseguido la rentabilidad de su operación”, platicó Negrete, de DPL Group.

AT&T ha logrado sobrevivir en un México dominado por Telcel y con políticas fiscales por explotación de espectro poco afines a sus planes de inversión, pero su salida del país significaría que nadie podría disputar con fuerza y capital privado a América Móvil, pues Telefónica también anhela irse y los operadores móviles virtuales ya enfrentan retos por un Estado que regala chips con megas de Internet.

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