Por mí y por todos mis compañeros

No me pude contener y lloré. En teoría, no me sentía mal ni nada, pero hubo unas palabras que dije que gatillaron una mezcla de emociones y, por más que respiré profundo, no pude evitar que las lágrimas comenzaran a fluir. Era mi primera reunión como líder de un equipo de 30 personas que acababa de asumir bajo mi cargo.

Las situaciones que me llevaron a ese punto eran externas al trabajo, pero mi mente todavía no logra llegar a un estado de “Severance” para haberlo evitado. Y ahí estaba yo, sin prever que algo así podría suceder.

Como la mente es poderosa, los pensamientos contradictorios se hicieron presentes en mi cabeza más rápido que lo que me habían brotado las lágrimas. Pasé por un abanico amplio de emociones desde la angustia hasta la vergüenza, pero ya nada se podía hacer.

Me repuse rápido y la junta continuó. Pero hubo unas palabras que quedaron fijas en mi mente toda esa mañana: “Necesito buscar ayuda”.

Esta semana se celebra el Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), definido así desde 1992 por la ONU como un espacio para crear conciencia sobre los problemas de salud mental. El entorno del trabajo es parte de ello.

Y si bien siempre hablamos del impacto de la salud mental en el entorno laboral de manera general, vale mucho la pena hacer un acercamiento a la realidad que viven las personas en cualquier posición de liderazgo en las organizaciones.

La realidad es que la salud mental de quienes encabezan equipos de trabajo está en crisis. El informe sobre el Estado del lugar de trabajo global 2025 de Gallup revela que los mandos medios son el grupo laboral que ha experimentado la mayor disminución en el bienestar personal en el corto plazo.

A nivel mundial, el porcentaje de líderes que considera que su vida “prospera” cayó del 40% al 37% respecto al reporte de hace un año. Esta disminución contrasta drásticamente con los empleados en general, cuya evaluación de vida mejoró ligeramente en el mismo periodo.

El deterioro del bienestar es particularmente grave en subgrupos críticos del liderazgo: los jefes de 35 años o más sufrieron una disminución de cinco puntos porcentuales, mientras que las mujeres en posiciones de liderazgo experimentaron la caída más pronunciada, con siete puntos porcentuales menos.

La tensión psicológica es palpable en las métricas de emociones diarias, donde los gerentes reportan sistemáticamente niveles más altos de estrés diario (42%) que los empleados en general (39%). El informe atribuye este fenómeno a la presión de tener que “cuadrar el círculo de las nuevas demandas ejecutivas y las expectativas de los empleados”.

El costo de este deterioro es alto, pues la caída en el compromiso de las personas en posiciones de mando (que pasó del 30 al 27%) fue la causa principal del descenso general en el compromiso laboral global. El agotamiento de los líderes eventualmente conduce a la disminución del rendimiento, el aumento del ausentismo y la rotación de personal.

La evidencia es clara: los liderazgos están agotados y, sin embargo, se espera de ellos contención y, sobre todo, resultados. Pero el bienestar de una organización no puede construirse sobre la fatiga emocional de quienes la conducen. Las empresas deben reconocer que cuidar a sus líderes es también cuidar al resto de su gente.

Hoy pienso en esas lágrimas y entiendo que para mí fueron un punto de quiebre, un recordatorio de que el bienestar requiere un plan de acción integral que me involucra a mí, pero también a los que están a mi alrededor.

Ese día, dos queridos colegas que conocían bien lo que había vivido en los últimos años estaban sentados a mi lado. En esos segundos, recuerdo con nitidez que ambos reaccionaron igual: pusieron su mano en mi espalda en señal de apoyo. Después vino un proceso largo pero necesario en el que la red de apoyo se amplió.

Las empresas necesitan mirar también la salud mental de quienes lideran, ofrecer espacios seguros, formación y redes de apoyo que permitan sostenerlos cuando las presiones rebasan lo laboral. No es pérdida de tiempo; es parte de la fortaleza colectiva y de los resultados del negocio.

¡Por mí, por ti y por todos nuestros compañeros!

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