Pleito en el callejón de la Casa Blanca

Pleito en el callejón de la Casa Blanca

Donald Trump ha demostrado que es presidente durante sus tiempos libres.

Su deseo por llegar al Despacho Oval consiste en la visibilidad que aporta la máxima vitrina política de Estados Unidos. La caja de resonancia global, llevada a la sociedad del espectáculo, sólo encuentra parangón con las vitrinas de Hollywood, los Juegos Olímpicos o Netflix.

Trump desea ser un outsider permanente en la política estadounidense porque ese fue el rasgo que lo llevó a conseguir la victoria electoral en noviembre de 2016: la noche en la que la mercadotecnia mató a la política.

Su vínculo con Elon Musk trascendió al económico: 270 millones de dólares para la campaña y un programa maximalista de recortes para diseñar un gobierno minimalista.

Durante el periodo de transición, noviembre 2024-enero 2025, Elon Musk y Donald Trump fueron inseparables. Por momentos, parecía que la Casa Blanca tendría como presidente a dos cabezas; una bicefalia con vista panorámica hacia el pasado, Trump, y hacia el futuro, Musk.

El 5 de marzo comenzó el último capítulo de Elon Musk en la Casa Blanca.

En medio de una reunión extraordinaria de gabinete, Musk se molestó con Marco Rubio por no haber realizado el recorte de personal que le había propuesto.

El Secretario de Estado le recordó que 1,200 funcionarios se habían acogido al programa de retiro voluntario. ¿Qué quieres?, le dijo Rubio a Musk. ¿Que los vuelva a contratar para que tú los despidas en un show?

Al estilo del niño enojado que no le gusta perder, Musk le respondió que el show lo daba él en entrevistas.

Sean Duffy, Secretario de Transporte, aprovechó lo que parecía el inicio de un motín en contra de Musk para reclamarle que él no podía despedir a controladores aéreos.

Trump intervino para que el pleito callejero no derivara en lucha libre.

Fueron demasiados meses juntos. El protagonismo e histrionismo de Musk le sirvió a Trump para ensayar un espectáculo conjunto: el millonario número del mundo junto al presidente de Estados Unidos.

Fueron demasiados meses juntos. El protagonismo e histrionismo de Musk le sirvió a Trump para ensayar un espectáculo conjunto: el millonario número uno del mundo junto al presidente de Estados Unidos. El examen consistió en traducir la aportación de Musk en una política pública robusta. La ley de presupuesto, por ejemplo. Musk, fracasó.

Musk se convirtió en general cinco estrellas frente a la cultura woke.

Musk hizo sentir a Trump emperador. Un personaje con derechos a irrumpir en campus universitarios para imponer programas de estudio. El peor error de Trump. Harvard y el mundo lo saben.

Recortar libertades en Estados Unidos le pasará factura a Trump.

El show tiene que continuar.

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