Pemex 2025: luces tenues en un largo túnel
Los resultados de Pemex al cierre del primer trimestre de 2025 no son muy alentadores, principalmente por las pérdidas de más de 40,000 millones de pesos tras tres años con utilidades en el mismo período. El panorama financiero de la empresa sigue muy complicado, aunque hay algunos datos operativos que, de hacerse tendencia, podrían encaminar a la petrolera hacia un mejor desempeño.
Sin duda, la exposición de una petrolera a la volatilidad del tipo de cambio es un riesgo que en ocasiones juega a favor y en otras en contra. En el primer trimestre de 2024 Pemex tuvo utilidades cambiarias por más de 33,000 millones de pesos, mientras que en el mismo período de este año las pérdidas cambiarias fueron de poco más de 15,000 millones de pesos.
Más preocupante me parece que el costo financiero de Pemex se incrementó 21.5% entre los primeros trimestres de 2024 y 2025, mientras que los ingresos financieros se redujeron 27.1%. Esto indica la presión creciente que oprime a la empresa y se refleja en su nivel de endeudamiento total, que volvió a rebasar los 2 billones de pesos (equivalentes a más de 100,000 millones de dólares).
A propósito de la deuda, vale la pena observar el perfil de vencimientos: más del 27% del total (561,000 millones de pesos) vence en plazos menores a un año, lo que representa un aumento de 32.1% frente al primer trimestre de 2024.
Sin embargo, no solo la deuda financiera está sometiendo a Pemex a un estrés mayor: el endeudamiento con proveedores y contratistas, aunque se redujo con respecto al nivel de diciembre de 2024, es casi 11% superior al registrado en marzo del año pasado. Estas obligaciones no afectan únicamente a Pemex, sino a empresas chicas y grandes que le brindan productos y servicios y de cuyo funcionamiento depende en buena medida la actividad económica de varias entidades donde el sector petrolero sigue siendo crucial.
Un par de datos financieros que conectan con el ámbito operativo están relacionados con el precio del petróleo, sobre el que Pemex no tiene control. Durante el primer trimestre de 2024 la Mezcla Mexicana de Exportación (MME) tuvo un precio de referencia promedio de 72.6 dólares por barril. Para el mismo período de 2025 se observó una reducción de 8.7%, con 66.3 dólares por barril.
Peor noticia es que, con la reducción de expectativas de crecimiento económico global, se espera una menor demanda de crudo, por lo que su precio ha disminuido todavía más: al cierre de abril, la MME se ubicó en 55.8 dólares por barril. Esto puede cambiar drásticamente, pero de entrada es probable que los ingresos de Pemex en abril hayan sido todavía más bajos y el escenario actual difícilmente mejore para lo que resta del segundo trimestre.
En el lado operativo, el indicador que se suma a las preocupaciones financieras de Pemex es la reducción de casi 12% en la producción de petróleo crudo en el primer trimestre de 2025 comparado con el de 2024. De acuerdo con el reporte “Pemex en la mira” del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), esta sería la mayor caída desde 2019 en este indicador clave, y ocurre en un año en que las presiones fiscales que enfrenta el gobierno federal limitan el margen para invertir en infraestructura que estabilice la producción.
Con todo y las enormes dificultades que está enfrentando Pemex, hay dos datos operativos del primer trimestre del año que me resultaron interesantes y que ojalá sean el inicio de una tendencia.
El primero es que, mientras los ingresos totales por ventas se redujeron 2.5%, los costos de ventas bajaron 12.8%. Al observar los segmentos de negocio, en exploración y producción la reducción del costo de lo vendido fue de 34%, mientras que en transformación industrial (la refinación, principalmente) fue de 14%.
El segundo tiene que ver con la producción de petrolíferos. En total, la reducción fue de 9.2%, lo cual no es necesariamente malo, si tomamos en cuenta que el segmento de transformación industrial había operado con pérdidas brutas (es decir, que el costo de lo vendido superó a los ingresos por ventas incluso antes de considerar los gastos administrativos) por al menos nueve trimestres consecutivos y, al observar datos anuales, desde 2020.
Más interesante aún es analizar la composición de la producción de petrolíferos. Mientras que la producción de gasolinas automotrices bajó 2.8%, la de combustóleo cayó casi 25%. En el primer trimestre de 2024 el combustóleo representó 32% de la producción total de petrolíferos, y esa cifra se redujo a 26% en el mismo período de 2025. Es un cambio en el sentido correcto y quizás la única vía posible para mejorar la operación de la refinación y una de las claves para enmendar la de toda la empresa.
Pemex es importante para quienes habitamos este país, tanto por su peso simbólico y material en la formación del México moderno, como por su relevancia en la capacidad que tiene el gobierno de brindar bienes y servicios a la población. De su salud depende también la sostenibilidad fiscal y energética. La empresa todavía representa un riesgo importante para las finanzas públicas, pero existen rutas para que eso cambie, y urge explorarlas.