Pedro Castillo, una genial impostura

En diciembre de 2021 el presidente López Obrador envió a Perú a un grupo de funcionarios para que auxiliaran al entonces presidente Pedro Castillo luego de la profunda crisis política producto de su inexperiencia y corrupción.
Destacaban el secretario de Hacienda Ramírez de la O, la subsecretaria del Bienestar Ariadna Montiel y su jefe de Prensa, Jesús Ramírez Cuevas.
AMLO publicitó la imagen de Castillo como un profesor humilde y bondadoso con los pobres. No contó su verdadera historia, narrada una parte en esta columna el pasado miércoles.
Ramírez Cuevas le recomendó al presidente peruano que lanzara duras críticas en contra de los medios de comunicación. Una estrategia dirigida a desacreditar a los medios. La misma que usó su jefe AMLO en México.
El 19 de agosto de 2022 Fray Vásquez Castillo y Gian Marco Castillo, sobrinos del presidente Pedro Castillo y acusados por delitos de corrupción en el caso “Puente Tarata”, junto a Bruno Pacheco, secretario del mandatario, acudieron a la embajada de México para intentar esconderse de la justicia. Los recibió a las 10:30 de la mañana el embajador Pablo Monroy Conesa, quien sería expulsado del país luego del autogolpe de Estado de Pedro Castillo.
Los nervios y el mal asesoramiento llevaron a Castillo a tomar una decisión antidemocrática: cerrar el Congreso para impedir el tercer intento de proceso de vacancia en su contra.
Los votos en contra de Castillo no llegaban a los 87 que se requerían para su destitución.
Perú Libre, el partido que postuló a Castillo y con el que posteriormente rompería, adelantó que votaría en contra de su destitución. Cinco congresistas de Fuerza Popular anticiparon su abstención. Pese a ello, Castillo leyó su mensaje con las manos temblorosas sabiendo que entraría a un proceso anticonstitucional.
En México ya tenían planeado el plan B: el fracaso del autogolpe y la huida de Pedro Castillo y su familia.
Las comunicaciones entre el embajador Pablo Monroy Conesa y Marcelo Ebrard fueron continuas. La decisión de AMLO era firme: otorgarle el asilo a Castillo y a su esposa, Lilia Paredes, pese a que ella recibió una orden de detención por temas de corrupción.
En la cancillería, Paredes y sus dos hijos fueron recibidos por Martín Borrego, hoy en el ostracismo por el caso de un brindis en el Museo Munal.
Vladimir Cerrón, dueño del partido Perú Libre comparte responsabilidad del fracaso de Castillo como presidente.
“El pasto está seco, la chispa es el partido y el viento es la pandemia”, le dijo Cerrón a Castillo en tono de ánimo para que aceptara la candidatura.
AMLO nunca reconoció la corrupción de Castillo. No quiso arruinar un fantástico cuento que explotó en las mañaneras.
Una genial impostura recreando el “buen salvaje”.