Nuevas reglas del liderazgo. Las habilidades “blandas” se volvieron poderosas
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“Entendí que no tenía que tener todas las respuestas, sino crear el espacio y la confianza para que los equipos las encuentren”. Así resumía un gerente de una gran empresa del sector financiero al cierre de un programa de seis meses enfocado en liderazgo con propósito, escucha activa y gestión emocional. Su reflexión resume un cambio profundo que estamos viendo en el mundo laboral: la redefinición del liderazgo en tiempos de transformación acelerada.
La velocidad con la que se están moviendo los negocios —impulsada por la tecnología, la llegada de nuevas generaciones, los entornos híbridos y la incertidumbre económica— ha puesto en evidencia que lo técnico ya no alcanza. Los conocimientos duros siguen siendo importantes, pero son las power skills —esas capacidades humanas que antes llamábamos “soft”— las que hoy marcan la diferencia entre quienes se adaptan y quienes se rezagan. Durante años, estas habilidades fueron vistas como accesorias porque no aparecían en los KPIs ni podían medirse con facilidad. Pero hoy, hablar de empatía, comunicación o adaptabilidad no es un lujo discursivo: es una estrategia de negocio para alcanzar la rentabilidad sostenible. Lo “soft” se volvió power porque potencia lo que hace únicas a las personas: su capacidad de aprender, conectar, innovar y liderar en contextos donde la certeza ya no existe. Según un artículo de Deloitte, publicado en enero de 2024, las organizaciones de la región que integran power skills —como adaptabilidad, creatividad y liderazgo— en sus estrategias de talento reportan que dichas habilidades ya no son un complemento, sino un elemento crítico para mantener la competitividad. En mi experiencia trabajando con líderes y equipos en toda la región, hemos visto cómo las organizaciones que más crecen no necesariamente son las que tienen más recursos, sino las que desarrollan una cultura emocionalmente inteligente. Aquellas donde la adaptabilidad se vuelve un músculo, la empatía una brújula y la comunicación consciente una herramienta para construir confianza y adaptación en medio del cambio. La gestión de la ambigüedad se ha convertido en una habilidad crítica. Los líderes ya no toman decisiones con toda la información disponible; lo hacen mientras el terreno se mueve. Lo mismo ocurre con la colaboración radical: la innovación emerge cuando las jerarquías se relajan y las ideas pueden circular libremente, sin miedo al error o al juicio. Estas habilidades no sólo fortalecen a las personas, sino que generan cohesión, propósito y resiliencia dentro de las organizaciones. Son, además, difíciles de automatizar, lo que las vuelve más humanas y valiosas en un entorno donde la inteligencia artificial está transformando casi todo, pero exige que las personas desarrollen la capacidad de adaptarse para aprovechar todo su potencial.
Cuando una empresa invierte en fortalecer su liderazgo, los indicadores de engagement, clima laboral y colaboración mejoran, la productividad se vuelve sostenible, la toma de decisiones más ágil y el burnout disminuye. Las organizaciones que hoy están invirtiendo en su liderazgo, están construyendo las bases para liderar el mañana. Al final, los equipos con power skills bien desarrolladas no sólo rinden mejor, sino también se sienten parte de algo más grande y están preparados para adaptarse y triunfar en este mundo en constante transformación. ____ Nota del editor: Martín Mac-Clure es CEO de Yourney. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
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