Nos va a hacer falta el Coneval
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) era uno de los grandes estorbos para el régimen actual y esta entidad, junto con una larga lista de organismos autónomos, fue borrado de la estructura de este país por López Obrador y su continuidad durante el sexenio actual.
Su obra más grande de autoritarismo se completa este domingo con la farsa electoral que dará paso a un Poder Judicial al servicio del régimen.
El Coneval estorbaba al mundo de los otros datos, pero la falta de evaluación de las políticas públicas en materia social les va a hacer falta para corregir sus modelos asistencialistas actuales, así sea con fines electorales.
El Coneval, con el resto de los organismos autónomos perdidos, junto con la división de poderes que recibe la puntilla este domingo, pertenecían a un México que hoy ya no está.
Medir la pobreza, como lo mandataba al Coneval la Ley General de Desarrollo Social, permitía tener una visión multidimensional de este flagelo en México y actuar en consecuencia.
Hoy el Inegi está muy lejos de tener la capacidad, y la confianza, de hacer esa evaluación, a pesar de ser la instancia encargada de llevar a cabo la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares.
Todavía no están técnicamente preparados para ello, porque el Coneval desarrolló método, experiencia y un mandato específico que no puede ser traspasado por decreto, por esos uno de decretos abusivos de extinción.
Además, existen dudas por demás razonables sobre su imparcialidad para dar a conocer resultados que serían muy incómodos para un régimen fracasado en materia económica como el actual y que no entiende que la información es una herramienta aliada, no un enemigo.
La información que solía generar el Coneval podría resultar cada vez menos importante si la economía estuviera en un proceso de expansión y si los programas sociales actuales pudieran demostrar su eficacia, pero ambas premisas son falsas.
Hay un empeño para alejar la palabra recesión del vocabulario popular, pero en lo que buscan el eufemismo para nombrar la situación actual, durante el primer trimestre de este año se perdieron 120,000 plazas laborales, algo que no se había visto desde la crisis financiera global del 2009.
De los empleos perdidos entre enero y marzo, 73% fueron del sector informal, que no tienen ningún tipo de compensación para hacer frente a la condición de desocupación.
La población subocupada, las personas que están empleadas pero que requieren más trabajo e ingreso, fue de 3.9 millones de personas y la tasa de subocupación de 6.6 por ciento.
Son muchos millones de personas que viven en el límite y que fácilmente pueden engrosar las listas de la pobreza laboral, pero resulta que hoy no existen las herramientas para dimensionar cómo un sexenio que acabó con crecimientos tan bajos y otro que inicia con un posible dato negativo va a influir en la pobreza.
No se trata de que cualquier mañana de estas nos digan que todo va requetebién, sino de conocer la verdadera dimensión de un problema central en México, como la pobreza, que seguro aumentará en sus diferentes dimensiones.