No estás solo, pues no, son muchos

“No estás solo” dejó de ser un grito solidario en Morena, es un himno. Ya son muchos los señalados, los involucrados, los acusados, como para clamar soledad.

En la Cámara, Cuauhtémoc Blanco, acusado de abuso contra su media hermana; en el Consejo Nacional, Adán Augusto y su relación con Hernán Bermúdez Requena, no estuvieron solos.

Bueno, tienen una variante: en cuanto se expresan los excesos de López Obrador, responden “es un honor estar con Obrador”.

Con Alfonso Romo eligieron el camino del silencio.

Pues sí, ni Cuauhtémoc ni Adán Augusto están solos, no son pocos quienes los acompañan con acusaciones similares, pero siempre tienen justificaciones; ante casos iguales o peores del pasado encuentran la supuesta salida.

Desde que llegó al poder Morena, entre sus militantes, gobernadores y funcionarios se han difundido irregularidades como las propiedades de alta gama dentro y fuera del país o acusaciones por supuestos o confirmados vínculos con el crimen organizado: Olga Sánchez Cordero, Adán Augusto López, Javier Jiménez Espriú, Jorge Arganis, Irma Eréndira Sandoval, Delfina Gómez, Julio Scherer, Luisa María Alcalde, Ana Gabriela Guevara, Manuel Bartlett, Zoé Robledo, Octavio Romero, Alejandro Esquér, entre otros, de los primeros niveles.

Gobernadores como Rocío Nahle, Cuauhtémoc Blanco, Alfonso Durazo, Marina del Pilar Ávila, Cuitláhuac García, Américo Villarreal, Indira Vizcaíno, Evelyn Salgado, Carlos Merino, Rubén Rocha, David Monreal, Alfredo Ramírez Bedolla y un buen número de legisladores, muy destacadamente Ricardo Monreal, Pedro Haces, Arturo Ávila y más.

Como pocas veces en la historia, la familia del expresidente ha sido señalada por casos de corrupción; imposible confirmarlos si no han sido investigados. Sus hermanos Pío y Martín, su prima Felipa, sus hijos José Ramón, Gonzalo o Bobby y, sobre todo, Andrés Manuel o Andy, eso que Latinus bautizó como El Clan, encabezado por Jorge Amílcar Olán y exhibido con grabaciones, contratos y toda clase de documentos.

No cabe duda de que la corrupción es un mal endémico que alcanzó altos niveles durante el gobierno de Peña Nieto; de hecho, fue una de las principales razones por las que López Obrador ganó las elecciones de 2018. Millones de mexicanos se dejaron seducir por el discurso de barrer de arriba hasta abajo, que se acabaría si el presidente no era corrupto, pero lo contradijeron y exhibieron los dos libros de Elena Chávez, sobre todo El rey del cash, que dejaron al tabasqueño muy vulnerable.

Tampoco le ayudaron las publicaciones de Deutsche Welle, Inside Crime, ProPublica, medios nacionales como Reforma y El Universal, organizaciones como Latinus, Mexicanos Contra la Corrupción, Código Magenta, Quinto Elemento Lab, EMEEQUIS, Aristegui Noticias y otros que difundieron materiales que lo vincularon con posibles nexos con cárteles, en particular con el de Sinaloa. De ahí nació la campaña de #Narcopresidente que tanto disgustó al exmandatario.

Hay que destacar las demoledoras declaraciones del fallecido Porfirio Muñoz Ledo, quien afirmó que hay un paquete de poder: una alianza entre el narco y el gobierno. Agregó que “entienda que su contubernio o alianza con el narco no es heredable, porque éstos, como lo han hecho siempre y en todas partes, en todas las plazas políticas, se entienden con el que va a llegar, ya no va a necesitar el narco del presidente (…)”. Hay que recordar que Muñoz Ledo fue el diputado que entregó la banda presidencial a López Obrador.

Como anillo al dedo aplica eso de NO ESTÁS SOLO. Son muchos, tantos y con tanto poder e impunidad que no están cerca las investigaciones para confirmarlo o rechazarlo.

admin