Nissan entra en modo austeridad para sobrevivir a su reestructuración global

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La icónica sede de Nissan en Yokohama , una torre de cristal frente a la bahía de Tokio, podría convertirse pronto en símbolo de una era que llega a su fin. Con un valor estimado de 698 millones de dólares, el edificio está en la lista de activos en venta como parte de un drástico plan de austeridad que busca salvar a la automotriz japonesa de la crisis más profunda de su historia reciente. La decisión, aún en evaluación, refleja la gravedad del momento: Nissan registró pérdidas netas de 671,000 millones de yenes (4,500 millones de dólares) en el ejercicio fiscal terminado en marzo. “La realidad es clara. Tenemos una estructura de costos muy elevada y para complicar aún más las cosas, el entorno del mercado mundial es volátil e impredecible, lo que hace que la planificación y la inversión sean un desafío cada vez mayor”, declaró Iván Espinosa, CEO de Nissan, en el marco de la presentación de resultados financieros realizada el 13 de mayo.

Despidos, cierre de plantas y no pago de dividendos

Como parte del plan de reestructura, Nissan eliminará 20,000 empleos en todo el mundo y reducirá su capacidad de producción anual de 5 millones a 4 millones de unidades para el año fiscal 2026. De las 17 fábricas que Nissan tiene en el mundo, siete están bajo análisis para cierre definitivo, según reportes del diario Nikkei. La medida forma parte del plan para alinear la producción con la demanda real, tras varios años de sobrecapacidad y un portafolio de productos poco competitivo fuera de Asia. El fabricante japonés tampoco pagará dividendos a sus accionistas durante el año fiscal 2025, repitiendo la decisión que ya había tomado en el ejercicio 2024. Según un comunicado publicado por la compañía, la previsión para el dividendo anual por acción en ambos periodos es de 0 yenes. La decisión de no distribuir utilidades ocurre en un contexto donde todavía no se han definido las proyecciones de beneficio operativo ni de utilidad neta para el ejercicio 2025. Aunque Nissan estima ingresos por 12,500 miles de millones de yenes, los resultados netos atribuibles a los accionistas de la matriz —calculados bajo el método de participación por su sociedad con Dong Feng— siguen pendientes de determinar. El margen se ha visto erosionado por la caída en las ventas y el encarecimiento de materias primas, así como por la transición forzada hacia vehículos eléctricos. Fuentes cercanas a la administración de Nissan señalan que Espinosa ha ordenado una revisión línea por línea de todos los gastos corporativos, incluyendo oficinas, flotas y consultorías externas. El objetivo es reducir el gasto fijo al mínimo indispensable para sostener las operaciones durante la transición. A pesar de las dificultades, la firma japonesa no descarta que el plan de ajuste le permita recuperar rentabilidad a partir del año fiscal 2027. Pero el camino será estrecho y estará marcado por decisiones impopulares. “No hay soluciones fáciles. La prioridad es restaurar la salud financiera del grupo y volver a generar valor”, dijo Espinosa. La venta de la sede en Yokohama, más allá del capital que podría liberar, sería un gesto simbólico de que Nissan está dispuesta a dejar atrás el pasado para intentar sobrevivir a un nuevo ciclo industrial. Con información de Reuters y de Nikkei

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