Negociación asimétrica: Trump impone, Sheinbaum contiene
La presidenta Claudia Sheinbaum y Donald Trump enviaron ayer 31 de julio, mensajes contrastantes tras su llamada de 40 minutos. Él afirmó que México continuará pagando aranceles del 25% al fentanilo y los automóviles, del 50% al acero, aluminio y cobre, y eliminará “numerosas barreras no arancelarias”. Ella celebró que se evitó el aumento arancelario al 30% y que se logró una tregua de 90 días “para construir un acuerdo de largo plazo a partir del diálogo”.
Después, durante su conferencia matutina, la presidenta reiteró que no hubo nuevas concesiones, que se salvaguardó el T-MEC y que México no cede en sus principios. Aseguró que “logramos un buen acuerdo” y que la llamada fue respetuosa. La acompañaron los secretarios de Comercio, Marcelo Ebrard; de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente; y el subsecretario para América del Norte, Roberto Velasco. Los dos primeros celebraron que se evitara una crisis mayor gracias al temple negociador de Sheinbaum y a su estrategia de “cabeza fría”. Ebrard aseguró que México “no tiene barreras no arancelarias” y que quedó en una posición “mucho mejor que el resto del mundo”, afirmación que no se sostiene del todo.
Sin embargo, más allá de las declaraciones optimistas, las medidas impuestas en febrero por Trump siguen vigentes. El arancel de 25% se aplica a productos fuera del T-MEC que Trump vincula políticamente con el fentanilo. El 25% a autos no incluye autopartes y el 50% a metales afecta incluso a exportaciones que sí cumplen con el tratado. Se evitó una herida más profunda, pero la sangría persiste. Ninguno de los aranceles ha sido revertido y el alivio es, por ahora, solo un aplazamiento. El mensaje implícito es claro: Trump no quitó nada, solo pospuso el golpe adicional.
Mientras la presidenta habló de respeto y diálogo, Trump impuso su narrativa de victoria. No mencionó concesiones, pero sí dejó claro que México deberá eliminar obstáculos regulatorios si quiere un acuerdo definitivo. Aunque la presidenta insistió en que no se hicieron nuevas promesas, el reconocimiento de que se revisarán “temas no arancelarios” confirma que la mesa quedó marcada por exigencias que podrían derivar en cambios estructurales. Propiedad intelectual, patentes farmacéuticas, reglas laborales, energía y agricultura están sobre la mesa y podrían traducirse en ajustes costosos para sectores clave de la economía nacional.
Desde que los aranceles entraron en vigor, México ha perdido más de 139,000 empleos formales y el crecimiento económico se ha debilitado. BBVA estima que podrían restar hasta 1.5 puntos del PIB este año. El FMI, aunque mejoró su estimación hace unos días, prevé un crecimiento de apenas 0.2%. Moody’s y la OCDE también han recortado sus pronósticos y sectores como el automotriz, acerero, electrónico y agroalimentario ya reportan caídas en pedidos y cancelaciones de inversión.
Claudia Sheinbaum proyectó firmeza y legitimidad interna; Trump, imposición y condiciones. Ambos se atribuyeron el mérito del diálogo, pero la realidad es que él no negocia: dicta; y ella no cede: administra el daño. La prórroga de 90 días es apenas eso: tiempo. Si no se reducen los aranceles, lo que hoy se presentó como un triunfo diplomático podría ser, mañana, un desastre económico.
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