Misa de espaldas y en latín: el Vaticano mira de reojo el éxito de una peregrinación tradicionalista en Francia

A las 14.00, el cura, con guantes y de espaldas a los fieles, de cara a Dios (según matizaría la estricta tradición), comienza su misa, íntegra en latín. La liturgia, en la catedral de Chartres, una maravilla del gótico, a 100 kilómetros de París, constituye el máximo esplendor del rito tridentino, santo grial del tradicionalismo católico. Casi nadie entiende una palabra, pero da igual; hay un misal con la traducción para el millar de personas que puede asistir a la celebración dentro del templo. Y, sobre todo, se trata de una reivindicación monumental de una rama marginada en la Iglesia moderna que cada año aumenta su apoyo, al calor del auge del conservadurismo en diferentes rincones del mundo, y culmina aquí, bajo la inquieta mirada del Vaticano. Se trata de una peregrinación de tres días cuyo número de seguidores crece en cada edición.

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