México golpea a Corea sin razón
La erosión de la política exterior mexicana en manos de los dos gobiernos de Morena pasa por el descuido de la relación con países aliados. Uno de ellos es Corea.
Sugerido u obligado por el gobierno de Estados Unidos o, simplemente, un guiño hacia la Casa Blanca, los aranceles impuestos por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum recuerdan una de las peores épocas del comercio exterior mexicano: la sustitución de importaciones o, si se prefiere: ¡Viva el orgullo de lo Hecho en México (aunque esté mal hecho)!
En la década de los años 70 y 80, al subirse a los camiones de transporte público de la Ciudad de México los pasajeros podíamos leer una leyenda en el tablero del conductor: Hecho en México. Los camiones eran marca Dina.
Lo mismo ocurría con cientos de productos “orgullosamente” fabricados en México. Uno de ellos, las bicicletas. Mientras yo usaba una bicicleta con esperanza de vida de medio año, un vecino italiano que se había traído una de su país, le duraba años.
¿Cuál era la razón? David Ricardo me respondió unos años después: la ventaja comparativa.
Cincuenta años después, y luego de un proceso de apertura comercial en el país, el gobierno de la presidenta Sheinbaum castiga a Corea como si el país asiático representara al eje del mal.
Corea es el cuarto socio comercial más importante de México (2024) y durante el último cuarto de siglo el volumen de comercio internacional binacional creció cinco veces: 3.9 mil millones de dólares en el año 2000, a 29 mil millones de dólares en 2024.
México, en lugar de imponer aranceles a Corea, debería de aprender su cultura con la que mira hacia el futuro.
La política exterior de AMLO y Sheinbaum se ha orientado hacia el pasado.
Conocida como “Reino ermitaño”, la Península de Corea fue invadida más de 400 veces a lo largo de su historia y pasó cientos de años bajo la influencia china y japonesa. Hoy, Corea le enseña al mundo un rostro moderno e innovador.
La crisis de 1997 arrancó en Tailandia cuando las elevadas tasas de interés y unas instituciones financieras débiles hicieron que se desplomara el bath, la moneda tailandesa.
La crisis se expandió como virus en el Este de Asia afectando el valor del won, la moneda coreana. El FMI le prestó 57 mil millones de dólares. Esto representó un punto de inflexión para Corea. Su presidente Kim Dae-jung eligió la cultura pop para dar un nuevo rostro al país frente al mundo.
El gobierno implantó agencias creativas dentro de sus ministerios y las financió con millones de dólares; vinculó la Hallyu (Ola Coreana) a la diplomacia.
México tiene mucho que aprender de Corea, pero su política exterior la ha subrogado a la Casa Blanca, con una excepción: su amor por la dictadura cubana.
La retórica soberanista del gobierno de la presidenta Sheinbaum se derrite ante los hechos. La realpolitik mexicana azota a Corea para evitar que Donald Trump se enoje.
