México, el costo de la distracción global
En abril del 2020 el entonces presidente López Obrador utilizó una frase muy desafortunada sobre la pandemia de Covid-19 que apenas llegaba a México y que claramente subestimó en sus alcances humanos y económicos.
Dijo que esa enfermedad global le venía como anillo al dedo, porque evidentemente lo veía como una cortina de humo para avanzar en su agenda autoritaria.
Su poca capacidad como estadista le impidió ver desde un principio que esa pandemia no era una cortina de humo sino el reto mayor de su administración.
Hoy nos queda claro que el desmantelamiento democrático es una realidad y que el régimen ha podido continuar a gran velocidad con la agenda autoritaria de su líder hoy en el retiro.
Sin mayor oposición ni cuestionamientos de la opinión pública se consumó la apropiación del Poder Judicial en el peor de los escenarios posibles, tras una reforma arbitraria para apropiarse de un poder autónomo, vino una elección con escasa participación y con las más evidentes trampas y no pasó nada.
Entre los aranceles, las redadas migratorias y los misiles en Medio Oriente, estamos ahora en la antesala de algunos de los cambios más destructivos de muchos años de una complicada construcción democrática en México.
Los cambios legales en curso en el Congreso, en materia militar, de seguridad y hasta de libertad de expresión no están en línea con una mejora institucional.
Menos lo están los planes de Infonavit para regularizar viviendas invadidas o la intensión manifiesta de terminar con la autonomía de las fiscalías de justicia.
La pandemia de hace ya cinco años fue todo menos un benéfico anillo al dedo para México, al contrario, el pésimo manejo del gobierno de López Obrador dejó muchas más muertes de las que se pudieron haber evitado y una caída económica mucho más profunda por el abandono gubernamental a personas y empresas.
Hoy estamos muy atentos a un conflicto armado que en este momento es muy incierto su destino.
Puede develar a un Irán con pocas posibilidades reales de tener una respuesta militar o económica efectivas o bien puede ser la puerta de entrada de otras potencias a un enfrentamiento global.
Israel se ha empoderado y eso también puede ser un dolor de cabeza para occidente, muy en especial para Donald Trump, que en este lance perdió el liderazgo y no tuvo más remedio que hacerle segunda al Estado hebreo.
Y evidentemente que al actual Presidente de Estados Unidos si algo no le gusta es ser segundo en el reparto de ninguna representación y eso es un peligro global.
Está claro que la segunda presidencia de Donald Trump ha marcado un parteaguas en muchos equilibrios mundiales y México está mucho más expuesto a las consecuencias por la dependencia con Estados Unidos.
Nuestro país ha quedado expuesto ante las políticas de Estados Unidos en diferentes frentes, comercio, migración y narcotráfico, y el gobierno de la presidenta Sheinbaum ha podido abrir espacios para negociar.
Sin embargo, el giro autoritario que sin duda está dando el régimen en México acabará por afectar los intereses de las empresas estadounidenses y eso tarde o temprano llamará la atención de La Casa Blanca.