Mercados de carbono en bosques y reforestación, nuevo impulso

Los árboles capturan CO2 de la atmósfera y lo almacenan en sus tejidos y estructuras gracias a la fotosíntesis. Son, por tanto, una solución natural al calentamiento global que debe ser aprovechada plenamente en los mercados internacionales de carbono. Sin embargo, su desarrollo ha sido lastrado por la controversia y desconfianza en torno a tres temas cruciales: permanencia, adicionalidad y fugas. Los bosques pueden ser destruidos o incendiarse lo que cuestiona la permanencia de la captura de CO2. O bien, los bosques pueden mantenerse independientemente de cualquier proyecto de conservación y de créditos (bonos) de carbono, por lo que no serían adicionales, sino más bien irrelevantes. También, proyectos de conservación o restauración forestal pueden hacer que actividades destructivas (por ejemplo, agropecuarias) simplemente se trasladen (se “fuguen”) a otro sitio. Otorgar bonos o créditos de carbono a proyectos que no aseguren permanencia, que no sean adicionales, o que tengan fugas podría verse como un fraude, ya que no capturarían carbono de manera confiable. De ahí la importancia de reglas claras, estrictas y funcionales para resolver los problemas señalados. Recordemos que los mercados internacionales de carbono están previstos y regulados en el Artículo 6.4 del Acuerdo de París, que es sucesor del antiguo Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto. Afortunadamente, su órgano técnico de gobierno acaba de definir con claridad las reglas que determinan qué proyectos pueden generar créditos de carbono y cómo contabilizarlos. Estas incluyen una metodología estandarizada para gestionar el riesgo de reversión, con un plazo mínimo de permanencia de 100 años para poder generar bonos o créditos de carbono capaces de compensar emisiones de CO2 por combustibles fósiles. Igualmente se creó una reserva común de créditos de carbono (Buffer Pool) a la cual todos los proyectos deben aportar un porcentaje (5%-15%) como garantía o seguro en caso de pérdida o reversión. La responsabilidad de reversiones o pérdidas recaerá no sólo en el desarrollador del proyecto, sino que será compartida con el país anfitrión y la comunidad internacional a través del fondo. Algo muy importante; bosques, reforestación, manglares y marismas, suelos agrícolas y pastizales se definieron como Activos Climáticos Naturales u objetos de inversiones internacionales bajo el régimen de la ONU. De hecho, se estima que los bosques almacenan el equivalente de CO2 de todas las emisiones de combustibles fósiles registradas en los últimos 30 años.

Se trata de abrir la puerta a una movilización masiva de capital para la restauración y conservación de ecosistemas forestales, en el contexto de reglas estrictas de monitoreo, certificación, verificación, trazabilidad, y desde luego, de permanencia, adicionalidad y minimización de fugas. Todo ello es actualmente mucho más sencillo y barato gracias a tecnologías asombrosas de percepción remota satelital e inteligencia artificial. Es interesante y fundamental subrayar la trascendencia de las Soluciones Climáticas Naturales (SCN) como es el caso de los proyectos forestales. Aunque sean temporales (100 años garantizados), estos pueden ser renovables y llevarse a cabo a bajo costo, de manera inmediata y escalable, de acuerdo a la urgencia de estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera, y, por tanto, a mitigar el aumento en la temperatura. Desde luego, contrastan con opciones de captura directa de CO2 de la atmósfera denominadas Like for Like, donde una tonelada de CO2 emitida por combustibles fósiles puede ser compensada sólo por una tonelada de CO2 capturada y sepultada durante millones de años en el subsuelo. Esto, a través de sistemas de extracción atmosférica electromecánicos y químicos, y de su depósito en yacimientos geológicos supuestamente seguros a muy largo plazo. Pero, además de ser exageradamente costosos e imprácticos, su tecnología y confiabilidad son inciertos. Más aún, requieren de cantidades astronómicas de energía, lo que los puede hacer climáticamente contraproducentes. El riesgo de no permanencia o reversión de los proyectos forestales debe afrontarse a través de instrumentos financieros de seguros y fianzas basados en cálculos actuariales como cualquier póliza para cualquier infraestructura o activo físico. Mejor aún, se puede cortar de manera revolvente la madera de proyectos forestales y almacenarse el carbono durante siglos en edificaciones. (En países escandinavos ya se construyen rascacielos de madera). Y, finalmente; algo muy valioso, es que los proyectos forestales ofrecen significativos beneficios colaterales en términos de biodiversidad, servicios ambientales e hidrológicos.

A partir de ahora, empresas cuyas emisiones de procesos industriales o de uso de combustibles fósiles que no puedan ser disminuidas (por ejemplo; cemento, siderurgia, aviación, minería, centros de datos, petroquímica), podrán recurrir de manera confiable y transparente a los mercados internacionales de carbono basados, fundamentalmente, en proyectos de restauración forestal y reforestación. (Los proyectos de conservación de bosques tendrán más dificultades para demostrar adicionalidad).

Así, podrán lograr objetivos corporativos de reducción de emisiones y descarbonización, o incluso de emisiones netas de cero al 2050, ampliando el foco hacia emisiones residuales, e indirectas en la cadena de valor (Scope 3 del Green House Gas Protocol).

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