Medio Oriente estalla, México lo resiente
Los ataques israelíes contra instalaciones militares y nucleares iraníes iniciados el jueves y continuados durante el fin de semana provocaron exactamente lo que los mercados temían: una sacudida global en precios del petróleo, monedas, bolsas y expectativas inflacionarias. La operación militar incluyó bombardeos sobre las principales instalaciones de enriquecimiento de uranio y objetivos estratégicos en diversos lugares, Teherán incluida, lo que dejó varios muertos, entre ellos los altos mandos de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Irán respondió con una oleada de misiles y drones lanzados contra Tel Aviv y varias ciudades del norte de Israel, causando víctimas civiles y obligando al cierre del espacio aéreo en varios países de la región, incluyendo Israel, Irán, Irak y Jordania. El conflicto escaló aún más cuando un legislador iraní advirtió que podría cerrarse el estrecho de Ormuz, por donde pasa cerca del 20% del petróleo que se comercializa en el mundo, y se suspendieron temporalmente algunas exportaciones petroleras hacia Europa.
El resultado inmediato fue la volatilidad: el precio del crudo Brent subió más de 7% el viernes y acumuló un alza semanal de 11%, alcanzando niveles no vistos desde 2023. Las bolsas de Europa, Asia y EU cayeron entre 1 y 2 por ciento. El oro subió 3% y monedas como el dólar, el yen y el franco suizo se fortalecieron. Las acciones de aerolíneas como Lufthansa, Air France–KLM y United cayeron entre 3 y 5% a causa del encarecimiento del combustible y las restricciones aéreas. También retrocedieron las de fabricantes de autos y navieras, ante la expectativa de una desaceleración del comercio global.
En este contexto, México no fue la excepción. El peso se debilitó ligeramente frente al dólar, en línea con otras monedas emergentes que pierden atractivo ante el aumento del riesgo global. El IPC retrocedió.
Pero lo más preocupante es el asunto energético: si Irán cierra el estrecho de Ormuz los precios del petróleo subirán aún más y, si eso ocurre, la inflación en México repuntará debido a que se encarecerán los precios de las gasolinas, que México en su mayoría importa desde EU. Un aumento sostenido encarecerá el transporte de mercancías, elevará los costos de distribución de alimentos y los precios de insumos industriales, incluyendo fertilizantes y productos derivados del petróleo. Las empresas trasladarán esos incrementos al consumidor final. Además, si el gobierno intenta contener los precios a través de subsidios, el costo fiscal también se dispara.
Lo que hoy ocurre en Medio Oriente es una crisis militar y nueva amenaza económica que, como siempre, pagarán los más vulnerables: países que, como México, carecen de márgenes fiscales, dependen de importaciones energéticas, tienen monedas débiles y altas tasas de interés. A pesar de sus reservas internacionales y de una política monetaria razonablemente sólida, nuestro país enfrenta bajo crecimiento, un sistema fiscal insuficiente, alta informalidad laboral y un gobierno con muchas promesas de gasto pero sin los recursos necesarios para poder cumplirlas en su totalidad. Esos recursos solo llegarán con una verdadera reforma fiscal, pero hasta ahora este gobierno no parece dispuesto a enfrentar el costo político de hacer lo correcto.
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