Más pifias de política exterior

La semana pasada comenté en este espacio acerca de los dislates y desaciertos de la política exterior y de que urgía que ésta recobrara su dignidad y prestigio del que tradicionalmente gozó. Pues se van acumulando más pifias…

Del 31 de octubre al 1 de noviembre pasados, se llevó a cabo la Cumbre del Foro APEC (Cooperación Económica de Asia-Pacífico) en Gyeongju, Corea del Sur. Este importante foro agrupa a 21 países de Asia y América colindados por el océano Pacífico. Estos miembros representan cerca del 60% del PIB mundial. Claudia Sheinbaum (CS) decidió por segunda ocasión no asistir a ese importante encuentro. En 2024 canceló su asistencia debido a la tensión que aún sostiene con el gobierno de Perú, el anfitrión en esa ocasión. Fue duramente criticada, primero por heredar un pleito de su antecesor y, segundo, por no separar los intereses nacionales de sus caprichos y posturas ideológicas personales.

La presidenta no comprende que su presencia en estos foros, donde asisten otros mandatarios, es importante, pues no son muchas las ocasiones en que pueden dialogar en persona varios mandatarios y que puedan estrechar el vínculo personal en reuniones bilaterales. Si CS hubiese tenido una visión menos aldeana y pigmea de las relaciones internacionales, podría haber tenido en Corea del Sur diálogos directos con el líder chino Xi Jinping, el presidente surcoreano Lee Jae-myung, la nueva primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney. Trump no asistió, pero un día antes tuvo una fructífera reunión con Xi Jinping. El único mandatario latinoamericano presente fue Boric, de Chile, reflejo de la importancia que le da a las relaciones económicas con Asia-Pacífico.

La presencia de CS hubiese sido una buena oportunidad para entender cómo funcionan y se operan las relaciones internacionales a nivel de mandatarios y foguearse para adquirir roce internacional. Pero al mandar a Ebrard al foro, demostró desconocer cuál es la importancia de relacionarse con sus pares. En la coyuntura actual del comercio internacional de México, en que es relevante buscar opciones para abrir nuevos mercados, hubiese sido muy valiosa una reunión bilateral de CS con Xi y con la ministra Takaichi, y discutir de primera mano con Carney la difícil situación del T-MEC, ahora que Trump excluyó a Canadá de las discusiones comerciales. Claramente, si el canciller De la Fuente no asesora a su jefa al respecto, es porque tiene una actitud genuflexa o porque tiene una visión aldeana de las relaciones internacionales, o ambas.

Otra torpeza reciente fue la declaración del embajador ante la ONU, Héctor Vasconcelos, de que debe eliminarse el “bloqueo económico” a Cuba; todavía no se entera de que desde 1960 es un embargo. Lo peor es que la SRE emitió un post oficial con la mención de “bloqueo”. Este desatino ocasionó la reacción de un post del subsecretario Landau, cuyo trasfondo alude a que México no puede ser un aliado confiable.

Ante la ausencia e ignorancia de seguir principios y lineamientos establecidos de la política exterior, CS prefiere basarla en eslóganes vacuos como “no somos piñata de nadie” y “a México se le respeta”. Así de banal se ha convertido la política exterior de la 4T.

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