Los retos disciplinarios de la reforma judicial

El Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ), instaurado como parte de la reforma judicial de 2024, enfrenta una serie de retos que definirán su eficacia y legitimidad en México.

En un documento del Instituto Nacional de Derecho Disciplinario denominado El Modelo Disciplinario del Poder Judicial Federal, se indican algunas de las características y retos del nuevo órgano disciplinario.

En cuanto a los retos estructurales o las llamadas herencias malditas, encontramos: i) diseño institucional heredado, el TDJ sustituye al Consejo de la Judicatura Federal en funciones disciplinarias, pero hereda un marco normativo fragmentado y poco armonizado entre niveles federal y estatal.

También debe superar la ambigüedad normativa: las causales de sanción aún presentan vaguedades que podrían permitir interpretaciones discrecionales.

Finalmente, el modelo electoral presenta una falta de experiencia disciplinaria; aunque los magistrados electos tienen trayectoria judicial, ninguno cuenta con experiencia directa en evaluación o disciplina judicial.

En cuanto al tema operativo, resalta la capacidad técnica y de gestión: el TDJ debe construir mecanismos eficaces para investigar, sustanciar y sancionar faltas administrativas, sin precedentes operativos previos.

De la misma manera, sobresale la evaluación del desempeño judicial: medir calidad de sentencias, puntualidad y ética judicial requiere indicadores claros y metodologías robustas.

En abundancia al tema, la carga de trabajo y rezago: se prevé una acumulación de denuncias y expedientes.

El reto más importante que enfrenta el TDJ es que la elección por voto popular, aunque busca democratizar el control judicial, plantea riesgos de politización y captura institucional.

Se cuestiona la independencia frente a otros poderes: el TDJ debe operar sin interferencias del Ejecutivo, Legislativo ni del propio Poder Judicial, lo cual será difícil dada la composición y origen político de algunos magistrados.

Esfuerzos supremos se deberán llevar a cabo para lograr la confianza ciudadana; la legitimidad del TDJ dependerá de su capacidad para actuar con imparcialidad, transparencia y respeto al debido proceso.

En el mismo documento sobresale una clínica de monitoreo a la labor disciplinaria que incluye tres ejes de evaluación: eficiencia, transparencia e imparcialidad, todos con sus respectivos indicadores, rutas metodológicas y reportes periódicos.

Querido lector, más allá de las filias y fobias en torno a la reforma judicial, el órgano disciplinario es la pieza clave para el replanteamiento del Poder Judicial; es menester estar atento al trabajo de los magistrados disciplinarios y confiar en su talento para poner en marcha al Poder Judicial Federal. Hasta la próxima.

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