¿Los jóvenes no quieren comprar vivienda? El problema es que no pueden
En los últimos años se ha difundido la creencia de que los jóvenes rechazan la idea de comprar una vivienda porque prefieren estilos de vida más flexibles —como ser nómadas digitales, retrasar el matrimonio, no tener hijos o priorizar su vida profesional antes que la adquisición de un patrimonio—; sin embargo, especialistas coinciden en que esta narrativa oculta un problema más profundo que lleva a temas estructurales: no es que no quieran comprar, es que no pueden acceder.
De acuerdo con la Red para el Rescate de la Vivienda (REVIVE), la Ciudad de México enfrenta una disparidad histórica entre el aumento del valor de los inmuebles y el crecimiento salarial. Desde el 2005, el Índice de Precios de la Vivienda se elevó a 450 puntos, tomando como base 100, mientras que los salarios solo avanzaron 51 puntos en el mismo periodo.
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Casi 70% de jóvenes en México vive bajo estrés financiero
“El precio de la vivienda ha aumentado nueve veces más rápido que el salario promedio. Esto no es solo una crisis; es una condena para las nuevas generaciones que buscan echar raíces en su propia ciudad”, advirtió Carlos Valladares, vocero de REVIVE y miembro del Consejo de la Asociación de Vivienda en Renta (AVER).
Según el especialista, la vivienda dejó de ser un derecho para transformarse en un bien de “lujo inalcanzable”, producto de una baja oferta y de las restricciones que han frenado la construcción de nuevos complejos habitacionales.
Limitantes estructurales
La percepción de que los jóvenes no quieren comprar casa también se desvanece frente a la falta de accesibilidad económica. Para Karim Antonio Oviedo Ramírez, presidente nacional de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), la problemática está en el poder adquisitivo limitado, no en la falta de interés generacional.
“No es que los jóvenes no quieran, es que no les alcanza para comprar. Es un tema bastante delicado, porque la mayor parte de nuestra fuerza laboral en este momento son los jóvenes y lo seguirá siendo en un futuro, dado el bono demográfico que tenemos”, advirtió.
La presión financiera también se refleja en los arrendamientos. Oviedo remarcó que muchos jóvenes destinan hasta 40% de sus ingresos —ya de por sí bajos— al pago de renta, lo que limita aún más la posibilidad de ahorrar para un enganche o iniciar un crédito hipotecario.
“Esta situación compromete el ingreso de muchos, llegan a destinar hasta 40% de sus ingresos que de por sí son bajos. El problema principal son las consecuencias de esto, ya que todos necesitamos vivir en un hogar”, declaró.
Consecuencias sociales
La falta de vivienda accesible y de créditos hipotecarios flexibles provoca efectos secundarios graves. Oviedo advirtió sobre un incremento en los fraudes inmobiliarios, originados por la desesperación de quienes juntan sus ahorros para intentar adquirir o rentar una propiedad.
El otro efecto es el crecimiento de asentamientos irregulares: “Eso desde luego también es un problema social grande. La gente se va a zonas sin regularización, sin la propiedad clara de la tierra y no son espacios con las condiciones adecuadas y eso genera violencia”.
El encarecimiento de la vivienda ocurre en paralelo a un fenómeno contradictorio, ya que una parte importante del stock habitacional en la Ciudad de México permanece desocupada.
Datos de la AVER y de REVIVE muestran que 7.51% de las viviendas en la capital (207,026 unidades) están deshabitadas, mientras que 2.3% (71,780 unidades) se utilizan solo de manera temporal. Esto ocurre en una ciudad que requiere más de 80,000 viviendas nuevas al año, pero produce menos de 20,000.
“Estas unidades vacías podrían amortizar momentáneamente la necesidad actual y por ende contar con mejores costos”, declaró Valladares.
Un nuevo enfoque habitacional
Para la AVER y la AMPI, resolver la crisis de vivienda para los jóvenes y el resto de las generaciones implica una coordinación entre sector público, privado y sociedad, enfocada en políticas que permitan equilibrar el mercado y hacer accesible un hogar para quienes hoy enfrentan barreras estructurales.
“Es necesario colaborar en conjunto e implementar políticas públicas que mejoren la tramitología para desarrolladores, y, sobre todo, garantice la asequibilidad de la vivienda para los capitalinos”, añadió Valladares.



