Los aranceles (no) recíprocos
Hace unos días, Donald Trump insistió en que Estados Unidos debía aplicar aranceles “recíprocos” a aquellos países que cobran más a los productos estadounidenses de lo que cobra EU a las importaciones de esos mismos países. El mensaje, aunque políticamente
efectivo, es técnicamente falso y justifica una serie de acciones muy dañinas. Más preocupante aún, el utilizar esos argumentos sugieren que el presidente Trump no conoce la historia comercial de su país, ni las razones por las que estratégicamente el sistema comercial se
construyó de la forma en que se hizo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Asimismo, el argumento de la reciprocidad arancelaria también ignora que los aranceles de cada país fueron el resultado de negociaciones multilaterales largas y complejas. Cada compromiso se hizo a cambio de otros beneficios: apertura a exportaciones, protección
de sectores sensibles, integración en cadenas globales de valor o el desarrollo de las reglas de propiedad intelectual. Medir esas decisiones con una regla simple del tipo “ellos cobran más que nosotros” es una reducción absurda del complejo entramado del
comercio internacional. Además, muchos de los países que aún tienen aranceles más altos lo hacen en virtud de su condición de economías en vías de desarrollo, un principio que Estados Unidos defendió durante décadas.
Lo más irónico de todo esto es que fue el propio Estados Unidos uno de los principales impulsores de ese sistema. Desde los años cuarenta, al diseñar el GATT y luego al fundar la OMC, Washington apostó por un modelo que favoreciera la apertura, el crecimiento
global y la estabilidad económica. Y el sistema funcionó: no solo permitió expandir el comercio mundial como nunca antes, sino que también contribuyó al desarrollo de países que hoy son actores clave en la economía internacional.
Más preocupante aún es el efecto estructural que esta visión está generando. Cada vez que se recurre a medidas unilaterales disfrazadas de reciprocidad, se debilita un poco más el sistema multilateral. La Organización Mundial del Comercio (OMC), ya debilitada
por años de bloqueo a su mecanismo de solución de controversias y a su incapacidad de generar nuevas reglas, enfrenta ahora una presión creciente por parte de países que, habiendo contribuido a su creación, ya no se sienten obligados a respetar sus normas.
Es profundamente irónico -y también triste- que hoy ese mismo sistema, diseñado para generar crecimiento, desarrollo e integración, se utilice como un instrumento de presión y castigo. Las reglas que antes sirvieron como una vía para que decenas de países salieran
de la pobreza, desarrollaran industrias locales y atrajeran inversión, ahora son vistas por algunos líderes como una trampa, una desventaja que debe corregirse a través del proteccionismo.
El comercio global necesita reglas, pero sobre todo necesita confianza. Si cada país empieza a medir sus relaciones comerciales con base en supuestas deudas o agravios bilaterales, lo que se pone en riesgo no es solo el volumen de las exportaciones, sino la
lógica misma de cooperación que hizo posible el progreso de las últimas décadas. Esa cooperación, basada en la idea de que todos ganan cuando el comercio es más abierto, fue clave para reducir tensiones geopolíticas, impulsar la innovación y construir un mundo más interconectado.
Es cierto que el sistema necesita ajustes. Es evidente que hay asimetrías que deben corregirse, que existen casos de competencia desleal o de prácticas abusivas que merecen ser revisadas. Pero ninguna de esas correcciones se logrará destruyendo el edificio que ha permitido el crecimiento del comercio global.
Finalmente, para los países en desarrollo -México entre ellos- es particularmente necesario recordar que el comercio internacional es mucho más que aranceles: es una herramienta de desarrollo, de estabilidad y de diálogo.
*El autor es profesor investigador de la Universidad Panamericana; previamente, colaboró por veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales.
Contacto: @JCBakerMX