¿Líder vitalicio? Nayib Bukele va en esa dirección, según críticos

¿Líder vitalicio? Nayib Bukele va en esa dirección, según críticos

No faltaron señales de advertencia de que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, intentaría mantenerse en el poder indefinidamente, dicen sus críticos.

Hubo un momento en que Bukele irrumpió en la Asamblea Legislativa con soldados armados durante su primer año en el cargo. O, un año después, cuando sus aliados en el Congreso destituyeron a los principales jueces del Tribunal Supremo y al fiscal general y los sustituyeron por leales a Bukele.

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Luego, el año pasado, Bukele se presentó para un mandato consecutivo como presidente después de que los nuevos jueces del Tribunal Supremo reinterpretaran la Constitución.

Pero el punto de inflexión definitivo se produjo el jueves por la tarde, cuando una legisladora poco conocida del partido gobernante de Bukele, Nuevas Ideas, anunció una propuesta de enmienda a la Constitución para permitir la reelección presidencial indefinida.

Los aliados de Bukele se alinearon uno a uno para firmar una petición que permitiría a la asamblea votar la reforma inmediatamente, sin que pasara antes por comisiones para su análisis o debate público.

Apenas pasaron tres horas desde que se presentó la iniciativa hasta que se convirtió en ley. 57 legisladores votaron a favor y tres en contra.

Ernesto Castro, presidente de la Asamblea, calificó la votación como una victoria de la democracia. “El pueblo decidirá cuánto tiempo quiere que un gobernante esté en la Presidencia” escribió Castro en X. “Con estas medidas decisivas estamos asegurando una democracia más fuerte, justa y eficiente”, añadió.

Marcela Villatoro, una de las tres legisladoras que votó en contra de la reforma, contraatacó a última hora del jueves: “La democracia ha muerto hoy en El Salvador”.

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El cambio constitucional también alargó el mandato presidencial un año, a seis, eliminó las segundas vueltas y adelantó las próximas elecciones presidenciales dos años, al 2027, dejando poco margen a la dispersa oposición de Bukele para encontrar un candidato.

Endurecimiento de la represión

Bukele, quien llegó al poder en 2019, es extremadamente popular en El Salvador debido a sus tácticas de mano dura que han eliminado a las otrora poderosas pandillas callejeras del país. Eso, combinado con su eficaz ofensiva contra los opositores, prácticamente garantiza que el mandatario de 44 años permanecerá en el cargo hasta al menos 2033 y quizás muchos años después.

Grupos de derechos humanos acusan a Bukele de abusos generalizados y corrupción y una nutrido grupo de activistas y periodistas han huido del país en los últimos meses tras la detención y encarcelamiento de dos abiertos críticos.

Un portavoz de Bukele no respondió a peticiones de comentarios sobre el cambio constitucional, si piensa presentarse a la reelección o la afirmación de la oposición de que se estaba destruyendo la democracia.

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En Estados Unidos, la enmienda constitucional de El Salvador fue recibida en gran medida con silencio. Bukele es el aliado más fuerte de Trump en América Latina, una relación cimentada por un acuerdo alcanzado en marzo para que El Salvador albergue a 238 venezolanos deportados de Estados Unidos en una prisión de máxima seguridad. En abril, Trump llamó a Bukele “un gran presidente”.

El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, no respondió a una petición de comentarios sobre la reforma constitucional.

“El gobierno estadounidense está protegiendo al régimen de Bukele con su silencio”, dijo Gina Romero, relatora especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación. “Bukele tiene el control absoluto de los tribunales, el Congreso, los medios de comunicación y la narrativa. Si eso no es autocracia, no sé qué lo es”, subrayó.

En El Salvador, la reacción a la medida del jueves fue silenciada. La democracia es relativamente nueva en el país -se instauró durante los acuerdos de paz de 1992 que pusieron fin a una brutal guerra civil de 12 años- y muchos salvadoreños la consideran un fracaso dado el poder que amasaron las bandas durante ese tiempo.

La noticia apareció en las portadas de los periódicos más populares del país, pero no hubo protestas y mucha gente estaba más concentrada en prepararse para una semana de vacaciones, con las oficinas de Gobierno cerradas la próxima semana.

Muchos de los críticos más abiertos de Bukele han huido del país, entre ellos un centenar de periodistas y activistas de derechos humanos. En julio, el principal grupo de derechos humanos del país suspendió sus operaciones.

Bertha María Deleón, abogada y activista que trabajó para Bukele de 2015 a 2019, dijo que el ascenso de Bukele al poder fue alimentado por lo que ella vio en ese momento como un deseo legítimo de mejorar El Salvador. Prometió acabar con la corrupción después de que tres presidentes consecutivos fueran acusados de malversar millones de dólares de fondos públicos.

Deleón rompió con Bukele después de que éste ocupara el Congreso en 2020. Dijo que todo lo que ha hecho desde entonces ha sido un esfuerzo por consolidar el poder.

“Desde esa toma de la de la Asamblea comenzó claramente a ejecutar el manual, el de los dictadores”, afirmó.

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